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Empate fatal
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La sentencia del 'caso Erial' impone la suma cero de corruptosSecciones
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La sentencia del 'caso Erial' impone la suma cero de corruptosFue magnífica la irrupción ayer de Eduardo Zaplana en el carrusel de la corrupción en el que nos vemos embarcados. Quiero decir que estábamos con ... la novedad del 'caso Ábalos' y sus originalidades -de los lingotes de oro a la «relación particular» viajando a las cumbres internacionales entre el silencio circundante- cuando la sentencia del 'caso Erial' resucitó a Eduardo Zaplana, aquel hombre sepultado bajo tantas capas de textil cortado a medida que no hacía pensar en la elegancia sino en un pobre sastre secuestrado por la Cosa Nostra. Diez años de cárcel y multas por más de veinticinco millones. Prevaricación, cohecho, falsedad y blanqueo de capitales. Un poco de todo. Al instante, en La Moncloa se aferraron a Zaplana, que fue ministro y portavoz del Gobierno y es como argumento mejor que el narco de la lancha. Si no lo he entendido mal, el argumento es algo así: al PP lo inhabilita su corrupción juzgada para hablar de la corrupción por juzgar del PSOE, al que misteriosamente su corrupción juzgada no le inhabilita para nada, y espérate al indulto de los ERE.
El círculo ya se ve que es vicioso en todos los sentidos. E impide que veamos el lado bueno de las cosas. Por ejemplo que, siendo ambos valencianos, Zaplana sea una figura bronceadísima de yate y solarium mientras que Ábalos es una que la fotosíntesis te la hace de noche y mientras fuma, como extrayendo energía de las luces de neón. El país ya se ve que es muy rico en su diversidad. También en la intracomunitaria. Lo malo es que el país te obliga a elegir cuál es tu corrupto porque no cabe la posibilidad de que los tuyos, los de todos, sean, antes de entrar en detalles, los políticos honestos, los que a gastos pagados con dinero público eligen el plato del día para volver rápido al trabajo. El espectáculo es infalible y conocido: ante la corrupción los partidos generan automáticamente toneladas de pretextos y sectarismo. Lo que no generan -también es mala suerte- es gente que, viendo lo que pasa a su alrededor se plante a toda velocidad en una comisaría o un juzgado con las manos en la cabeza y dando gritos. Como quien avisa de un incendio.
UE
Si parpadeas, casi ni lo ves. Los centros de detención de migrantes fuera del territorio común son ya una buena idea para la Comisión Europea. Ursula von der Leyen se lo ha comunicado por carta a los países miembros. No hablándoles, eso sí, de externalizar el almacenamiento de extranjeros pobres sino de adoptar «soluciones innovadoras». Detrás está el giro de la política de migración en Alemania y la petición directa de países tan avanzados como Dinamarca, Países Bajos o Finlandia. Delante queda el 'modelo Meloni', que consiste como se sabe en enviar a los irregulares a Albania y ya se irá viendo. Eso mismo, irlo viendo, es lo que Von der Leyen llama en su carta «aprender de esta experiencia en la práctica». La prosa es tan falsa que casi puede detectarse cómo en la última versión prescindieron de «experiencia única». Meloni llegó al Gobierno de Italia como un rescoldo autoritario y la escandalera fue pequeña. Dos años después, la política italiana es algo así como la líder realmente visionaria que marca el futuro de la inmigración en la Unión Europea, el ecosistema más democrático y libre del planeta. El mismo que está mandando, ya sin el menor disimulo, cerrar de una vez esas fronteras.
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