Dedo designador

Como yo estoy aquí para ayudar, propongo la creación de un asesoródromo. Podría aunar, como tantos edificios oficiales, la arquitectura del templo y la de la rotonda. Debería situarse cerca de alguna conexión telúrica, de haberla por la zona. Y los políticos con cargo podrían ir allí a exponer sus incertidumbres y recibir el consejo, la solución, la profecía, del asesor que primero y más violentamente entre en trance.

Por supuesto, es injusto hablar de los partidos como meras agencias de colocación. La gestión pública entraña grandes complejidades y requiere de perfiles especiales. Lo curioso es que se prefiera censurar la hipérbole a demostrar que el dedo designador se utiliza con la máxima prudencia y los perfiles elegidos son incontestables en términos de idoneidad y eficiencia. Otra cosa que se dice mucho en plan profesoral es que la crítica generalizada a los partidos conduce a la furia antipolítica. Sin duda será cierto, pero reconozcamos que con frecuencia conduce antes a la carcajada. Un ejemplo difícilmente mejorable: en Durango le preparan a Julen Arzuaga el clásico y dulcísimo descenso de la primera línea política a la gerencia del organismo público y quien sale a denunciar que es inadmisible que el perfil partidista se imponga así sobre el mérito y la capacidad es el PNV. Ni Maradona en las campañas aquellas de 'Drogas no'.

Las elecciones estadounidenses centran la atención internacional pero la posibilidad de que Trump regrese a la Casa Blanca, con su inconcebible carga de disparate, invita a mirar hacia otro lado en busca de un poco de sosiego y coherencia, de alguna señal que indique que el mundo mantiene pese a todo un cierto apego al sentido común. Es entonces cuando vuelves la página y descubres que Kim Jong-un, no solo tiene ya a miles de soldados de su ejército grotesco combatiendo junto a Rusia en Kursk, sino que ha lanzado un misil intercontinental que recorrió mil kilómetros, demostrando en teoría su capacidad de llegar a territorio estadounidense. Corea del Norte asegura que deja clara así su capacidad de «contraatacar» y uno piensa que lo que le faltaba al panorama internacional es precisamente esto: Kim Jong-un viniéndose arriba. Lo siguiente es recordar esos desfiles del Ejército norcoreano que mezclan la marcialidad hipertotalitaria con destellos incomprensibles entre el surrealismo y el pop. Y sospechar que estamos ante el hallazgo repentino de un nuevo límite infinitesimal: el valor que puede tener para Putin la vida de los soldados norcoreanos en el frente de Ucrania.