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Se teme la reacción de los ayatolás tras el ataque a la embajada iraní en DamascoEl ejército israelí ha suprimido los permisos ante la previsión de una respuesta a su ataque al complejo consular de Irán en Damasco. Un general y seis oficiales de la Guardia Revolucionaria de Ali Jameini fueron asesinados en Siria con precisión quirúrgica. Que la ONG ... del chef José Andrés no parezca capaz de bombardear Jerusalén con paelleras explica que, tras asesinar a los siete voluntarios de World Central Kitchen, Israel no tema represalias, más allá de la condena internacional y el convencimiento estadounidense de que Netanyahu confía su supervivencia a que en la guerra sigan muriendo los demás hasta que de Gaza solo quede una reducción veterotestamentaria de polvo bombardeado.
El temor a la respuesta de los ayatolás provocó ayer el acopio de agua, comida y baterías en Israel. Todo sucede cuando Netanyahu atraviesa en su país la enésima crisis de credibilidad, ya sea porque los ultraortodoxos que le sostienen siguen librándose de servir en el ejército o porque los familiares de los secuestrados por los terroristas de Hamás exigen en la Kneset que el regreso de los rehenes se imponga a cualquier otro cálculo.
Metidos en cálculos, Israel contabiliza 32.000 muertos en Gaza y asegura que 9.000 eran terroristas. Si la proporción asusta, el periodista israelí Yaniv Kubovich reveló hace unos días cómo hace su Gobierno las cuentas y es aún peor. Oficiales en la reserva le confirmaron que se considera terrorista a todo aquel al que se mata en una zona donde se decide operar contra el terrorismo. Quién sea el muerto o qué estuviese haciendo son cuestiones secundarias. Dicho de otro modo: el convoy de World Central Kitchen no fue atacado tanto por error como por protocolo. Que Netanyahu tiene que terminar lo que ha empezado «por el bien de todos» lo dijo ayer a su manera José María Aznar. «Ha llegado el momento de poner fin a la guerra», se leía justo ayer, casualidad, en el editorial de 'Haaretz', pero qué sabrá esa gente, que está cómodamente acopiando comida en Tel Aviv y carece de la perspectiva privilegiada del geoestratega madrileño.
Nolotil
Los efectos del Nolotil llegan a la Audiencia Nacional, donde, como en el resto del país, todo el mundo acabará de tomarse un Nolotil porque le duele algo. Eso no está bien. El Nolotil requiere prescripción médica y no es como el ibuprofeno o el paracetamol, solo que más fuerte, o sea que mira a ver si tienes un par en el cajón mágico de las medicinas caducadas, que parece que la espalda, no sé, como que me quiere doler. Entre los efectos secundarios del medicamento está la agranulocitosis, que ya se ve que no es algo bueno y hace que el Nolotil esté prohibido en países como Reino Unido, Canadá, Estados Unidos o Australia. En España es en cambio uno de los fármacos más vendidos. Eso se explica al parecer porque la genética tiene que ver con el riesgo de sufrir agranulocitosis y la nuestra, imagino que católica, ni se inmuta. De hecho, en el origen de la investigación de la Audiencia Nacional está la denuncia de una asociación británica de defensa del paciente. El organismo humano es desde luego una cosa que no deja de sorprender. Repasa uno mentalmente sus encuentros con ingleses en España, desde Salou a Lanzarote, y ya es casualidad que lo que les siente mal sea precisamente el Nolotil.
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