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La Guardia Civil entró ayer en la Federación de Fútbol. La noticia causó gran sorpresa y provocó que todos nos hiciésemos la misma pregunta: «¿Pero en serio no habían entrado hasta ahora?» Mientras eso ocurría, es probable que la gente de la Federación les estuviese ... preguntando a los agentes, para centrarse, cuál de todos sus escándalos en concreto era el que les traía por allí. La respuesta tuvo que ver esta vez con la corrupción en el estamento arbitral. Por eso la Guardia Civil registró a fondo las oficinas del Comité Técnico de Árbitros. Que un juez actúe así, sin mostrar la más mínima inclinación corporativa hacia los jueces de línea, debe entenderse a mi modo de ver como el triunfo del imperio de la ley.
Ayer también se supo que el juez acusa de cohecho a todos los implicados en el 'caso Negreira', ya saben: el Fútbol Club Barcelona teniendo durante dieciocho años en nómina al vicepresidente de los árbitros. Entre los implicados, el Barça como entidad jurídica y los expresidentes Rosell y Bartomeu como entidades biológicas. Eso no impide al parecer que en el club estén tranquilos. Cómo no estarlo. Ya demostraron en su día que a Negreira le pagaron casi ocho millones de euros por unos informes de altísima calidad que después no se les hacían llegar ni a los técnicos ni a los jugadores. Y el propio Negreira garantizó además que a él le pagaban, pero para que los árbitros fuesen neutrales.
Son argumentos definitivos. Puede que también innecesarios. Al ser como se sabe el Barça más que un club, ayer el país era un clamor chuflesco y significativo señalándoles la salida simple: la amnistía. Porque, si votar no es delito, tampoco puede serlo entregarle dinero a un semejante. ¿Acaso se persigue en las verdaderas democracias al padre que le da la paga a su hijo? ¿Entonces qué hay de malo en lo de Negreira? Pese a que Junts y Esquerra presumen de trabajar ya en el referéndum, todo apunta a que no les costará añadirle a la ley de amnistía un 'post it' rápido: «¡Y lo del Barça!».
En términos de equidad, y con el objetivo de que la situación en Cataluña esté mejor que en 2017 incluso por el lado del palmarés, también podría otorgársele alguna Liga extra al Barcelona. La de 1936, por ejemplo, que la ganó el Athletic y tiene mucho simbolismo.
Bienestar
Entra en vigor la Ley de Bienestar Animal, pero a medias. Al estar el Gobierno en funciones, no puede aprobarse el reglamento de la ley. Y eso hace que queden en el aire asuntos importantes como el seguro obligatorio para todos los perros. La interinidad es así. Ahora mismo el Gobierno puede encargarse como suele del progreso y el futuro, pero no de un fox terrier. Los veterinarios insisten en que la nueva norma es bienintencionada, pero poco rigurosa. Dicen que traerá problemas. A mí siempre me extraña que a los bichos se los proteja del maltrato pero no de la humillación y los abriguitos. En el plano internacional hay también buenas noticias para los animales. El perro de Biden sigue mordiendo al servicio secreto sin que le disparen y la piscina que va a hacerse Boris Johnson en el jardín no podrá interferir en la vida de los tritones de Oxfordshire, que será con toda probabilidad una vida irónica, retraída y alambicada.
Zaragoza
En muchos países de América construyen con lógica gramatical el diminutivo de 'mano' y a los niños no les enseñan a dar la manita sino la 'manito'. Al fin y al cabo, una foto pequeña no es la fotita: es la fotito. En España, en cambio, los niños dan la manita. ¿Todos? No, algunas de nuestras más altas autoridades el diminutivo prefieren encarnarlo mientras creen, infantiles, que se agigantan. Y mientras lo envenenan todo con una mezcla corrosiva de estrategia y fanatismo. Ayer Irene Montero y la señora de Vox que preside las Cortes de Aragón, etc.
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