Circo del sol

Al ser la especie superior y dominar el planeta con su implacable raciocinio, los seres humanos reaccionan con más lógica ante el eclipse. Lo que hacen es imprimir camisetas, comprar 'merchandising', gastar dinerales en viajes y alojamientos, reservar vuelos para verlo todo desde las alturas, buscarle implicaciones místicas, mágicas, licantrópicas a una rutina astronómica, esforzarse por fotografiar un fenómeno que ya está fotografiando la NASA y terminar quemándose las retinas al ignorar las advertencias de las autoridades y querer comprobar personalmente que el sol -no fastidiemos- sigue ahí después de todo.

Ayer un eclipse total de sol fue visible en una franja extensa y poblada de Norteamérica. Desde el Pacífico mexicano hasta Canadá atravesando los Estados Unidos. Fue como un festival sin conciertos, pero con disfraces, cerveza e intercambios de Instagram. Se bordeó el colapso en algunos sitios y en todos se rebosó el discurso. Los reporteros le ponían el micro a la gente reunida en parques y azoteas y el que no te decía que el eclipse le renovaba la energía te decía que el alineamiento de los astros era un mensaje de un abuelo suyo fallecido y aficionado al billar. La humanidad ha hecho un viaje extraño del temor al énfasis. Al hombre contemporáneo le flipan los eclipses y España los va a tener de categoría y consecutivos: 2026, 2027 y 2028. El primero será el 12 de agosto y se disfrutará en el norte de la Península. Interpretándolo como una señal de prosperidad de los dioses, hay comunidades que ya lo incluyen en sus promociones turísticas.

Pere Aragonès anunció que iría a la Comisión de Comunidades Autónomas del Senado para «trolear» al PP y ayer pareció que troleaba más bien al PSOE cuando anunciaba que el referéndum y la financiación particular para Cataluña son inevitables. Lo importante fue en cualquier caso que el president se quedó esta vez a escuchar a sus colegas. Mala idea después de presumir de troll. Jorge Azcón, presidente de Aragón, miró fijamente a Aragonès, que tampoco es Pau Gasol, y le reprochó su «enanez política». La ofensa pasó desapercibida porque enseguida llegaron los de Madrid y el inefable Tomás Serrano le informó a Juan Lobato de que por culpa del PSOE Aragonès estaba «miccionando en la cara de todos los españoles». El socialista respondió que él no iba a decir que los del PP «miccionan en la cara de las familias de los 7.291 fallecidos en las residencias de la Comunidad de Madrid». La legislatura se abisma funesta en el choque entre Moncloa y Ayuso. Aragonès debió de sentirse tentado de intervenir para exigir que a Cataluña no se la dejase fuera de la micción. Pero no lo hizo. Y la sensación fue llamativa. Como si al president le dijesen que ya podía irse porque iban a pegarse en serio los mayores.