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Europa mira al nuevo canciller pidiéndole que sea al tiempo Bismarck y AdenauerA lo largo de la historia, ha sido frecuente que los europeos nos aferrásemos a algún término alemán como quien enciende una linterna en la ... oscuridad. 'Weltanschauung'. 'Zeitgeist'. 'Dasein'. Tras la victoria de la CDU en unas elecciones en las que los ultras de Alternativa por Alemania superan el 20% y los socialdemócratas se hunden, el concepto epocal que parece llegarnos desde Berlín es 'Rambo Zambo'. Es el título de un rap humorístico que le han sacado durante la campaña al democristiano Friedrich Merz. Pese a medir dos metros, exudar severidad y pilotar su propio avión, el ganador de las elecciones les dijo a los suyos tras el recuento que podían permitirse un poco de 'Rambo Zambo'. Antes, Merz había dejado claro que cumplirá su promesa de no pactar con Alternativa por Alemania y que va a trabajar por una Europa unida que pueda independizarse de los Estados Unidos. En Alemania, el ganador de las elecciones transmite de inmediato sus planes al país. Por alguna razón, su prioridad no es ponerse a pegar saltos en un balcón.
Con el orden mundial saltando a su vez por los aires, Europa mira al nuevo canciller federal como pidiéndole que sea una mezcla entre Bismarck y Adenauer. Miramos igual hace cuatro años al pobre Olaf Scholz, que dio nada más llegar aquel discurso magnífico en Praga. Incluía un llamamiento a la soberanía militar europea y una advertencia sobre los virajes de futuras administraciones estadounidenses. El drama de Europa es también verse sorprendida por sus propios augurios hechos realidad. El sainete español es en cambio que los dos grandes partidos celebren en Alemania la coalición entre conservadores y socialdemócratas mientras en casa se afanan por mostrarse irreconciliables incluso en lo que están de acuerdo. La 'Grosse Koalition' aleja a los ultras del gobierno, pero vamos aprendiendo que los cordones sanitarios no pueden funcionar eternamente. Y en un país en horas bajas no parece haber mejor lugar para destacar que estando al frente de la oposición. Ser optimista resulta extraordinariamente complicado. Para que los historiadores del mañana accedan a la temperatura exacta de la época, repitámoslo: la noche en que supimos que Friedrich Merz sería el canciller Merz, en la sede de la CDU se bailó el 'Rambo Zambo'.
Madrid
Salió Alberto González Amador del juzgado rodeado del habitual enjambre nervioso de periodistas. Y se comió una cámara. Isabel Díaz Ayuso denuncia la agresión. Se impone la revisión del VAR. Pónmelo a cámara lenta. El camarógrafo camina de espaldas. Busca un plano antológico, de impacto, situándose en la trayectoria de González Amador. Pero el camarógrafo choca contra una farola que obviamente no ve, al retroavanzar con un único ojo abierto y colocado en el visor. Al chocar, se para de golpe. Y obtiene el impacto, no se sabe si el plano: el novio de Ayuso avanza a buen paso y se da un golpe, un buen golpe, contra la cámara detenida frente a él. No hay agresión. Aunque la presidenta parece culpar en realidad a la Delegación de Gobierno por permitir que su novio salga del juzgado acosado por los periodistas. Acosado, sí. Tampoco tiene otro nombre la costumbre de perseguir a quien es obvio que no quiere hablar para ametrallarlo con preguntas infructuosas mientras queda envuelto en una melé frenética y teatral. Como si el tumulto fuese la noticia. Lo ves en la tele y hasta da apuro. También porque recuerdas dónde comenzó a tener éxito el formato, aquella escuela de alto periodismo: 'Aquí hay tomate'.
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