Se busca exorcista

Agustín de Hipona fue medio 'playboy' allá en Cartago y Don José, el dudoso sacerdote y portavoz de las monjas cismáticas de Belorado, fue barman en Bilbao y ganó el III Concurso de Gintonic de Bizkaia. Los caminos del Señor son inescrutables. Lo que no sé es si para Don José, fiel seguidor del obispo sedevacantista y ultramontano Pablo de Rojas, será San Agustín «modernista y anticatólico» como el pobre Ratzinger. Sí sé en cambio que los dry martini que preparaba Don José -para el mundo Fran, el de los cócteles- presentaban clarísimos efectos extáticos, muy especialmente a partir del tercero.

Lo canónico y lo inmobiliario se mezcla en el caso de las clarisas rebeldes en manos del obispo de opereta y todo queda sepultado por la fuerza superior e irresistible de la comedia nacional. A la espera de que salgan nuevas fotos del obispo antirreglamentario disfrazado de Drácula o Richelieu, Tamara Falcó recomienda avisar a un exorcista y 'El Cordobés' (hijo) se ofrece para ser el Currito de la Cruz de las monjas y torear para ellas si necesitan dinero para solucionar el «liíllo» en el que están metidas. Pero el festival ya está en marcha. Y presenta, por cierto, un único problema: en los selfis grupales y sonrientes que publican desde su convento las clarisas se ve a gente que parece requerir la intervención de los GEO y gente que lo que parece requerir es la intervención de psicólogos especializados en apaciguar iluminaciones.

Los delirios sectarios son trituradoras de inocentes y no es raro que un paso más allá de la farsa aparezca la tragedia. Por si ayuda con las mediciones, mi teoría es que uno de los límites de la sátira española llega cuando en la adaptación fílmica de la realidad ya está claro que debe intervenir Javier Gurruchaga. Y en este caso su protagonismo es inevitable y puede empezar a guionizarse. Interior, noche. En su despacho episcopal trucho y recargado, Gurruchaga regaña a su mayordomo por ponerse sus solideos y pregunta si están ya las escrituras del convento de las monjitas mientras revisa -las manos ávidas y enguantadas- un catálogo de monaguillos recién llegado.

Sabemos que el ruido, el barro y la desinformación son cosa de la fachosfera, pero en el Gobierno aseguran que en un barco llamado 'Borkum' con escala programada en Cartagena se transportan armas con destino a la República Checa mientras que desde Sumar, que es hasta donde sabemos uno de los dos partidos del Gobierno, lo que se asegura es que ese barco transporta armas con destino a Israel. Que por delante de Sumar vaya como siempre Podemos y veamos enzarzarse en Twitter a un ministro de Transportes con un exvicepresidente segundo no genera mucha confianza hacia las altas esferas y que el barco, con el lío ya en marcha, no haga finalmente escala en Cartagena termina por transformarlo todo en un misterio en el que la verdad parece volverse inexistente. Si se fijan, no hay medios de por medio. Solo hay políticos, o sea, los que pontifican contra los medios. Al conocerse que el 'Borkum' no se detendría en el puerto de Cartagena después de haberlo hecho en el de Las Palmas, que no debe de ser un puerto español como cualquier otro, Íñigo Errejón, portavoz parlamentario de Sumar, partido hasta donde sabemos en el Gobierno, publicó uno de los tuits más graciosos del año: «Victoria».

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