Urgente Un incendio en un bloque de viviendas desata la alarma en Basauri

La tramitación parlamentaria de la ley de eutanasia fue inolvidable. El portavoz del PP reveló que lo de la muerte digna era un truco del Gobierno para ahorrar en pensiones. Y hubo un parlamentario de Vox que detectó desde la tribuna del Congreso «el hedor ... de la guadaña» antes incluso de que se debatiese sobre eutanasia. La ley se aprobó y dos años después algo ha debido de salir mal. No triunfa en el país una «industria de la muerte» que funcione más o menos como Amazon: recogida a domicilio, valoraciones con estrellitas, dos por uno sobre todo en el 'Black Friday'… Y tampoco parece que las familias españolas estén reduciéndose drásticamente, al proceder la gente al exterminio de sus abuelos en cuanto presentan un achaque o repiten tres veces la misma anécdota.

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Lo que está sucediendo es lo contrario: la ley se asienta con calma y garantías. En el País Vasco han hecho uso de ella 62 personas en dos años. Los expertos indican que el número aumentará a medida que la gente vaya conociendo cómo funciona la prestación de ayuda a morir. Cuando algún caso aparece en los medios, lo que vemos no tiene nada de siniestro. Al contrario, es más bien luminoso y remite a lo mejor de la vida: un ciudadano que cumple su libre voluntad, una familia que lo rodea amantísima y unos profesionales sanitarios que los acompañan a todos con enorme humanidad.

Asombra que en su estrategia errática los partidos del Gobierno no consigan defender durante la campaña las leyes que sí les han salido bien. La de eutanasia merece asentarse en el ordenamiento. Cuando en lo de las hormigas le preguntaron a Feijóo por el asunto, el líder del PP respondió de un modo increíblemente confuso, implicando a los enfermos de ELA, apelando a comités de bioética como si de las evaluaciones se encargase ahora Manolo 'el del bombo' y contando una experiencia personal que podía pasar por un alegato a favor de la buena muerte. Vox sí lleva en su programa la derogación de la ley de eutanasia y no deja de referirse a una supuesta «cultura de la muerte». Es curioso. Yo fui una vez en misión periodística a un mitin de Vox y entraría allí silbando, pongamos por caso, una de Rubén Blades. Los que en megafonía tenían 'El novio de la muerte' eran ellos.

23-J

Los sobres

La playa es más poderosa que la plaga. Eso explica que en estas elecciones vaya a haber el doble de voto por correo que en las elecciones de julio de 2020, acuérdense, con pandemia y restricciones. Que el aluvión de voto postal se extienda de un modo similar por el país explica la situación que se vive en Correos. La empresa asegura que llegan y que todo el mundo podrá votar. Solo faltaría. En los márgenes del lío, crece el asombro. Viendo, por ejemplo, cómo la derecha cree de pronto en los sindicatos como se cree en el Evangelio. Mientras la izquierda desconfía de los mensajes que lanzan trabajadores involucrados en un conflicto laboral. Maravilloso. Y es aún mejor lo de Esquerra. Tantos años clamando que España es un país totalitario y corrupto, peor que Turquía, y ayer le preguntan a Teresa Jordà por lo del voto por correo y ni lo duda: «Quiero pensar que el Estado español es un país democrático que hace las cosas bien».

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Rusia

Menú hostil

Con la purga en el Ejército ya en marcha -treinta oficiales detenidos o apartados por su cercanía con el rebelde Prigozhin-, Putin informa de que el Grupo Wagner ya no existe. Por eso se reunió con ellos el 29 de junio. Para lanzarles la OPA hostil. Según el Kremlin, a los mercenarios les pareció muy bien incorporarse al Ejército ruso. Pero Prigozhin dijo que no. Desde entonces, no se sabe dónde está. Casualidades. Joe Biden el otro día se volvió medio nutricionista y le recomendó al jefe de Wagner que en lo sucesivo vigile mucho sus menús.

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