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Ucrania ·
Rusia bombardea la ciudad de Sumy y causa más de una treintena de muertosCon su aspecto de saxo suplente en la orquesta del círculo de obreros viudos de Magnitogorsk, el portavoz del Kremlin Peskov aseguró ayer que las ... conversaciones con Estados Unidos sobre Ucrania van muy bien. Y que eso no significa que vayan a dar pronto resultados. El viernes Donald Trump exigió a Rusia que se «pusiese en marcha» de una vez para detener la guerra. Demostrando que el cinismo no lo manejan peor que el Novichok, Peskov aclaró ayer la razón que les impide hacerlo: la administración Biden hizo tanto mal que les va a llevar mucho tiempo arreglarlo. A Peskov solo le faltó decirlo imitando a Trump -el acento intimidante pero los hombros encogidos y las manos extendidas haciendo el gesto de pellizcar con asquito- para que incluso en la Casa Blanca, donde la propia estima funciona como un gas incapacitante, entendiesen el sarcasmo: «Es una lástima que 'Sleepy' Joe Biden no nos deje hacer cosas hermosas en Ucrania. Todo el mundo dice que estamos haciendo cosas que nunca se han visto antes, pero Biden el dormilón y la horrible Kamala lo estropearon todo. Son mala gente. Una gente terrible».
Bombardear con material de racimo el centro de la ciudad ucraniana de Sumy causando más de una treintena de muertos y un centenar de heridos en pleno Domingo de Ramos es algo que Rusia sí pudo hacer ayer sin mayor problema. Las imágenes muestran la devastación de un escenario civil, pacífico, dominical. «Solo escoria inmunda puede quitarle así la vida a personas corrientes», tuiteó Volodímir Zelenski cuando en Sumy aún estaban sacando cuerpos de entre los escombros. Parecía probable que la Casa Blanca saliese a reconvenirle a Zelenski ese lenguaje, como ya le reconvino aquel 'outfit', pero algo sucedió y Keith Kellogg, enviado especial para Ucrania, definió la matanza como un acto que «rebasa todos los límites de la decencia». Hay que recordar que Kellogg parece cada vez peor visto por el círculo presidencial y es un enviado con el que Rusia no quiere negociar. El Kremlin prefiere hacerlo con Steve Witkoff, el asombroso hombre de negocios con el que Trump juega al golf y al que el viernes vimos hacer algo que tampoco está nada mal por el lado de la indecencia: saludar a Putin llevándose la mano al corazón.
Mendizorroza
Los milagros suceden también en festivo y en Mendizorroza. Por eso ayer el centrocampista del Alavés Antonio Blanco regresó a casa con su pierna derecha entera después de que Kylian Mbappé tratase aparentemente de partírsela con una de esas entradas que buscan alevosamente la tibia y con frecuencia encuentran además el peroné. Que la tecnología nos está volviendo a todos medio inútiles explica por su parte, en el mejor de los casos, que el árbitro Soto Grado tuviese que recurrir al VAR para valorar una patada que colinda con el intento de asesinato y en los campos se identificó siempre al instante. Era el 'casus belli' que justificaba una tangana en cuyo fragor monumental no era raro que al futbolista lesionado terminasen pisándole sus propios compañeros la pierna fracturada. Mbappé no es un jugador violento. Es uno rapidísimo al que apodan 'la Tortuga' y que ayer se disculpó con su víctima en el mismo túnel de vestuarios. El patadón, que dio la vuelta al mundo, había llegado justo una semana después de que al francés le hiciese el periodismo audaz un reportaje televisivo y le viésemos teorizar sobre la importancia de la salud mental porque los peligros del apostolado son siempre muchos.
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