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Las elecciones del 10-N nos dejaron una situación muy compleja para abordar los desafíos de la investidura y la gobernabilidad. La llamada voluntad popular no se expresó de forma clara en una única dirección, lo que permitió que se especulara con distintas alternativas, como ... interpretación más fiel de la 'voluntad del soberano'. De entre las alternativas posibles, tendríamos que destacar dos. Una de ellas se sustanciaría en torno a un acuerdo entre el PSOE y el PP. La otra, se articularía con base en un pacto de socialistas y Podemos, con el apoyo de las fuerzas nacionalistas de Euskadi y Cataluña.
En estos dos meses y a la vista de los resultados, se han puesto de manifiesto de forma clara dos posicionamientos estratégicos totalmente contrapuestos. Por una parte, aquellas formaciones que se han guiado exclusivamente por lo que consideran lo mejor para sus intereses partidarios, aunque para ello tengan que recurrir a la estrategia de 'cuanto peor mejor'.
El PP de Casado ha jugado a esta opción, pues su ofrecimiento de colaboración al PSOE tenía implícitamente una condición imposible, como era el descabezamiento de Sánchez para mostrarlo en bandeja a su electorado y al de Vox. Se ha jugado farisaicamente a ofrecer una imagen de colaboración cuando realmente lo que les interesaba era hacer lo imposible para que fracasara la investidura de Sánchez. Del papelón jugado por Cs mejor no extendernos, pues ha resultado patético. También ha jugado a esta estrategia JxCat, tratando de someter al independentismo a un proceso de radicalidad de corte rupturista que lleva a la sociedad catalana a un callejón sin salida, cuando en el fondo esta radicalidad de los neoconvergentes lo que esconde como verdadera razón es la rivalidad con ERC.
Por otra parte tenemos a formaciones que bien con su voto afirmativo bien con la abstención han optado por una posición constructiva, por dar una oportunidad al diálogo, con el ánimo de que sea resolutivo y se materialice en pactos y acuerdos. Sabedores de que con la estrategia de 'tierra quemada' o la de 'cuanto peor' casi siempre, especialmente en España, el resultado más probable es 'mucho peor'.
Con la investidura de Sánchez se inaugura una legislatura incierta, muy difícil, con muchas diferencias y contradicciones entre las fuerzas que se han comprometido desde el respeto y la lealtad mutua pasar de la fase de la confrontación permanente a una nueva etapa donde la política recobre su verdadero sentido y ocupe su lugar como herramienta esencial para encauzar y resolver los problemas y donde el derecho ayude también a dicho cometido.
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