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Mucha gente piensa que esto de la crisis se arregla con cuatro subvenciones, y el año que viene empezamos a salir. Estoy convencido de que lo peor está por llegar; temo mucho más a 2021 y 2022 que a 2020, a pesar de que este ... año terminaremos en Euskadi con una caída de recaudación superior a los 3.000 millones.
Casi todo está en contra. Tenemos un gran problema de deuda pública. Algún avispado puede decir que eso en España sí, pero que en Euskadi no pasa. Otro le puede apostillar que sí, que el ehendakari Urkullu está pagando el gran agujero que hizo el lehendakari Patxi López. Pues la verdad que no, el lehendakari Urkullu no ha amortizado ni un euro de la deuda anterior y ha añadido por su cuenta 2.600 millones más.
Y en España otro tanto. Rajoy añadió a la deuda de Zapatero la misma cantidad (330.000 millones cada uno, en cifras redondas) sin ninguna amortización. Todos los países del Mediterráneo estamos con una deuda cercana al 100% del PIB o superior. España tiene en la actualidad una deuda pública de un billón (con B grande). Desde 2008 hasta la actualidad, España ha pagado en intereses unos 500.000 millones de euros, la mitad de nuestra deuda, pero seguimos sin haber amortizado un euro.
Tenemos también un problema crónico de recaudación pública, estamos unos cuatro puntos del PIB por debajo de la media de la Unión Europea. Y eso genera un problema, también crónico, de déficit cercano al 3% anual. Seguir por este camino de aumento de deuda, servicios públicos expansivos y déficit estructural es suicida para la izquierda, porque cuando se deterioran los servicios públicos siempre pierden los mismos. Y esto no es dar la razón a los neoliberales, sólo reconocer las reglas de las matemáticas.
Nos han hecho creer que el Estado de Bienestar es un Estado con muchos servicios públicos, pero no es verdad: el Estado de Bienestar es la consecuencia de un pacto social que el capital y la derecha han traicionado. El pacto social suponía la defensa de la democracia representativa, la hegemonía de la política y del Estado en las decisiones colectivas, también las económicas, una fiscalidad progresiva en la que participaban las rentas del trabajo y del capital, y unos buenos servicios públicos.
Plantear la salida a la crisis solo ampliando los servicios de salud y subvenciones a las empresas es cavar nuestra propia tumba. Sin un nuevo pacto social que recupere todo lo perdido no tenemos salida. Vienen años muy duros y de mucha austeridad. Planteo la necesidad de un nuevo pacto social sobre los siguientes ejes:
a) Escudo social. Fortalecer las pensiones, subsidios de desempleo y la RGI.
b) Una reforma profunda de los servicios públicos. No podemos mantener todos los gastos actuales. Debemos decidir qué cosas son las importantes y no queremos perder y de cuáles podemos prescindir. Y además una reforma de los procedimientos burocráticos, buscando la sencillez y eficacia de la Administración frente al laberinto normativo y de procedimientos actual.
c) Una reforma fiscal profunda. No sólo tenemos que incrementar la recaudación, sino que lo tenemos que hacer de forma más justa y progresiva. Sí, se van a tener que subir los impuestos a todo el mundo, tal vez con tramos transitorios. Y hay dos vías profundas de injusticia en nuestro sistema fiscal: el fraude y la elusión fiscal. El fraude no hay que explicarlo. La elusión se nutre de la letra pequeña, del gasto fiscal. Hay que borrar la mayor parte de letra pequeña. Unos datos sencillos: en Euskadi la recaudación de 2019 comparada con la de 2007 es la siguiente: el IVA ha aumentado un 25%; el IRPF, un 34%, pero el Impuesto de Sociedades ha disminuido en el 36%. Y eso que las empresas vascas iban bien. De Patrimonio y Sucesiones ni hablamos. El capital está dejando de pagar, ha abandonado el pacto social. Y, junto a esto, una guerra sin cuartel a los paraísos fiscales, pero de verdad.
d) Hay que poner al capital a trabajar. Tenemos que hacer imposible la especulación financiera, con normas e impuestos. El capital, para ser legítimo, tiene que tener una función social. El capital que sólo especula debe ser proscrito.
e) Recuperar el poder de la política. Hay que poner bajo la soberanía de la representación popular a los poderes económicos.
f) Los poderes públicos deben invertir en futuro. No es suficiente con ayudar a las empresas con problemas (de paso, no puede ser que cuando las cosas van bien se lleven los dividendos y cuando van mal pidan dinero al Estado). Tenemos que aprender también a invertir en futuro. Las administraciones públicas tienen que invertir en nueva economía, participar en el diseño y estrategia de nuestro futuro económico, ya hemos visto que las empresas no lo van a hacer (tampoco es su función).
Para salir de esta crisis no estoy planteando unidad política, sino un nuevo pacto social que imponga su soberanía sobre los poderes económicos. Pero para eso, primero, casi mejor que nos contemos la verdad: 'omnia omnibus ubique' no puede ser.
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