Nociones de italiano

Mientras tanto, en España sacamos conclusiones. ¿Qué necesidad habrá? Y parece que el triunfo de Meloni es el triunfo de Vox, puede que incluso el de Ayuso, y es culpa sobre todo de Feijóo y de Ferreras. «Tenéis que parar el colaboracionismo», tuiteó ayer Echenique. «¡Tenéis que parar!». Fue leerlo y echar de casa a Peppe, el sargento de los Bersaglieri al que ocultábamos en un armario desde 1945. Supongo que nuestros antifascistas actuarán en consecuencia y empezarán a defender con decisión una democracia sin apóstoles sobreactuados y con instituciones sólidas y contrapoderes independientes. Pero no sé si les he dicho que Italia es un gran país. Esa es mi tesis. Y puedo defenderla. «¿Pero esto es él o es una máscara?», se sorprendió el domingo un votante veterano al cruzarse en el colegio electoral con Berlusconi y sus guardaespaldas. Después resultó que no era un ciudadano cualquiera, sino Corrado Stajano, periodista, escritor, cineasta y expolítico (lo entrevistaba Nanni Moretti en 'Abril' mientras le ayudaba a recoger cajas). Berlusconi hizo como si no oyese nada, pero le dolió. Vaya que sí. Stajano tiene noventa y dos años y está magnífico. Él sí aparenta veinte menos.

Poner armas en manos de gente enfadada puede no ser muy buena idea. En la ciudad rusa de Ust-Ilimsk un joven ha disparado al instructor de un centro de reclutamiento, al parecer furioso porque habían llamado a filas a un amigo suyo sin ninguna experiencia militar. Y eso no fue lo que dijo Putin. Se suceden los ataques contra estos centros y el descontento social parece cada vez más evidente. Y eso que si caes en la batalla Kiril I de Moscú piensa en ti y te garantiza indulgencia plenaria. Pecados fuera. «Morir impulsado por el sentido del deber es un acto equivalente al sacrificio por los demás», ha decretado el patriarca ortodoxo metido a patriarca castrense. Al final va a ser cierto que los rusos la estrategia bélica no la tienen bien afinada. Lo digo porque, en términos religioso-militares, se diría más útil perdonar a tus soldados por matar al prójimo que explicarles las amplias ventajas sobrenaturales de que los muertos sean ellos.

Siguiendo con lo del reclutamiento, nadie quiere ser director en los colegios vascos. Demasiada responsabilidad sin recompensa. Al final, en el 30% de los centros al director lo nombra Educación por las malas. No se contempla la posibilidad de que el instituto lo dirija un alumno. Pero ahora el Gobierno vasco aumenta los incentivos, y hace bien: tras ocho años en el cargo, los directores disfrutarán de un año sabático que deberán dedicar a la formación. Si no funciona, yo le daría la vuelta: un curso en la dirección y ocho años sabáticos. A ver si así.