La Nochebuena de Montesquieu

Unos y otros han roto el equilibrio y han tratado, y están tratando, de romper el contrapeso de los poderes

antonio soler

Viernes, 23 de diciembre 2022, 00:16

El espíritu navideño, el turrón, la vuelta a casa, la lotería y las calles iluminadas, todo está ya sobre la mesa, los besugos y el cordero con su correspondiente inflación, el confeti y la desavenencia con el cuñado. Es Navidad, sí, pero al espíritu de ... la Navidad habría que llamarlo este año 'El espíritu de las leyes'. Se han empeñado en ello. 'El espíritu de las leyes', como saben, es la obra cumbre de Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu. En ese tratado de teoría política y derecho comparado, previo a la Revolución Francesa, Montesquieu advertía de que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial nunca deben estar concentrados en las mismas manos si se quiere que el Estado sea justo y ponderado. Mediante esa distribución cada poder contrarresta a los otros y se evitan las tentaciones absolutistas.

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Va para tres siglos de la publicación de aquel tratado, pero si uno abre el periódico de hoy se ve que la cosa no está del todo resuelta. El Congreso de los Diputados fue un juego de pimpón en la sesión de control del pasado miércoles. El ministro Bolaños tenía reveses monocordes para todos los oponentes. Un juego aburrido en el que el ministro y sus adversarios andaban enrocados -ninguna novedad- y más ajenos que nunca al devenir de la calle. Ante esa cerrazón, al ciudadano de a pie le toca dilucidar no un asunto político sino un enigma insondable. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Eso podría preguntarse quien estuviese escuchando la sesión parlamentaria o cualquiera de estos días haya estado oyendo a dirigentes de un partido u otro. ¿Quién se ha saltado la norma, quién ha cruzado la línea marcada por el viejo Montesquieu?

Unos y otros han roto el equilibrio y han tratado, y están tratando, de romper el contrapeso de los poderes. Unos arrogándose atribuciones que no les correspondían y otros manipulando al poder judicial. Y trasladando a la calle una tensión que no es más que la previa del año electoral que nos espera. Nada augura que el diapasón vaya a bajar. Demasiado en juego y demasiados enfrentamientos enconados y mal resueltos. Todo apunta a que la legislatura va a acabar en una apoteosis donde confluirán las desavenencias internas de los dos partidos que comparten el gobierno, los acuerdos con los independentistas, el resentimiento amargo de Vox y la ansiedad de un PP al que la travesía del desierto se le hace demasiado larga. Una Navidad a cara de perro y con sus señorías tratándose como los cuñados más resentidos de la familia. Un reto. En su mensaje de mañana, el Rey, más que de jefe de Estado, deberá hacer de equilibrista mayor del reino.

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