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Hasta hace cuatro días la cuestión central del debate político era el previsible adelanto electoral. Los grupos de la oposición arremetieron contra la decisión del lehendakari por entender que el adelanto respondía al interés partidista y, además, representaba el fracaso del Gobierno. Resultaba curioso escuchar ... esta críticas cuando todas las formaciones ya habían situado las elecciones en mayo y, en coherencia con tal previsión, habían puesto en marcha los mecanismos de elección de candidatos a lehendakari.
Han pasado solo cuatro días desde el lunes y aquel debate ha desaparecido debido a su escasa entidad, pero especialmente porque hace siete días se produjo el desgraciado derrumbe del vertedero de Zaldibar que aún hoy mantiene sepultados a los trabajadores Joaquín Beltrán y Alberto Soraluze. Con absoluto respeto al dolor de los familiares, precisamente por la dignidad de Joaquín y Alberto, este fatal accidente sí tiene entidad real para ser objeto de investigación, determinación de responsabilidades criminales y civiles, y en la medida que hay una intervención de la Administración, debe ser también objeto de seguimiento y debate político, con exigencia de responsabilidades si las hubiere. Pero este debate exige seriedad y responsabilidad. No puede ser instrumentalizado para ponerlo al servicio de las estrategias electorales, con riesgo claro de convertir un suceso trágico en el «muñeco del pimpampum» de la feria electoral.
Los hechos acaecidos son graves. Podrían ser constitutivos de varios delitos, entre otros el de vulneración de los derechos de los trabajadores en concurso con homicidio imprudente, así como el delito contra el medio ambiente. Son hechos que en su naturaleza delictiva la atribución de la responsabilidad penal y civil se dirigirá a los responsables de la empresa. Sin embargo, es obvio también que a la par y fuera del ámbito penal, por las competencias de la Administración en materia medioambiental y prevención de riesgos laborales deberá ser examinada también la actuación de la misma. Es este el ámbito en el que tiene sentido la exigencia de responsabilidad política. Pero mientras no se determinen las acciones u omisiones por las que es exigible la responsabilidad, colocar en el centro del debate esta exigencia de responsabilidad en el lehendakari muestra a las claras que lo que verdaderamente interesa es que el caso Zaldibar sea el tema estrella de la campaña sin esperar a que la investigación aclare hechos sustanciales.
Lo que no tiene ningún sentido es atribuir responsabilidades a Urkullu por haber dejado transcurrir seis días antes de visitar a los familiares. Personalmente creo que ha sido un error ese retraso, aunque también tengo claro que si hubiera realizado la visita el sábado o el domingo le habrían reprochado por electoralismo y aprovechamiento del dolor ajeno, por realizar la visita sin haber localizado aun los cuerpos sepultados.
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