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En mi profesión, cuando algún periodista se queja de lo duro del oficio, siempre hay alguien que replica: «¡Peor sería trabajar!». Eso pensaba yo de Meghan y Enrique de Sussex. Que podían estar hasta la (a falta de corona) coronilla de ser el blanco de ... todos los dardos, 'jartos' de pasarse el día bajo el implacable escrutinio del ojo público, dolidos por los sibilinos desprecios de sus reales parientes, pero que a pesar de todo... ¡peor sería trabajar! Por eso, su decisión de 'hacerse mayores', de ser autónomos, de renunciar (gradualmente) a la suculenta 'paga' de la abuela Isabel II e irse de palacio decididos a buscarse un curro con el que ganarse el pan me ha dejado con la mosca detrás de la oreja.

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