El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero

Estos últimos días he tenido que revisar varios conceptos sobre material militar. A sabiendas de que mi ignorancia en este asunto es supina, por lo menos, lo más básico, intento comprenderlo. ¿Qué significan y para qué sirven objetos tales como misiles, ametralladoras, cazas, tanques, corbetas, ... acorazados…? Pues hay de todo: unos son barquitos, otros son avioncitos, y así, pero su (mínimo) denominador común es que se trata de material bélico; o sea, para hacer la guerra, la de verdad. No vayan a pensar que me refiero a la guerra de globos o a la de bolas de nieve ahora que se aproxima el invierno. No. Hablo de la que mata y destruye. Y ese material se manufactura en las fábricas, no en las de la Luna, si las hubiera, sino en las de aquí. Y si se fabrica es porque hay clientes que lo compran y no para jugar en el parque, precisamente. Obvio.

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Traigo esto a colación por las repercusiones que ha tenido el asesinato y descuartizamiento del periodista saudí exiliado en Estados Unidos Jamal Ahmad Khashoggi en el consulado de Arabia Saudí en Estambul. Se ha enfadado Alemania, ha dicho que ya no vende material armamentístico (de momento, claro) a Arabia Saudí. Y ya se sabe que cuando a la canciller Angela Merkel se le escapa un viento, Europa empieza a hacer aguas mayores.

En aras de cumplir diferentes acuerdos internacionales en Derecho humanitario, entre ellos el Tratado sobre el Comercio de Armas firmado por 130 países (última resolución del 7 de diciembre de 2015, A/RES/70/58, www.un.org), se nos intenta hacer ver que se presiona a los saudíes mediante el cierre de suministro mientras no aclaren si han vulnerado algún derecho humano en este asunto; es decir, si lo han matado ellos. En ese tratado se especifica que se prohíbe la venta de armas si, en el momento de cerrar la operación comercial, se tiene constancia de que se podrían utilizar para cometer genocidios o crímenes de guerra o de humanidad. Pero ¿de qué se está hablando? ¿De armas o de 'chuches'?

El Sipri (acrónimo en inglés del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz) ofrece una gran cantidad de estudios sobre armamento y desarme, conflicto y paz, etc. (consultable en www.sipri.org). Y aunque no es la única fuente de información accesible, sí se muestra diáfana en este asunto del comercio armamentístico que tan lejos nos queda a los civiles. El empacho de datos y cifras en el informe presentado por ese instituto en julio de este mismo año es demoledor: los mayores exportadores en este negocio son EE UU (32%), Rusia (24%) y la UE (28%). Dentro de la Unión Europea, figuran a la cabeza Alemania y Francia, sin quedarse atrás Reino Unido, Italia y España, que suman entre todos el 23% de las exportaciones de toda la Unión, y en menor medida Suecia. Asimismo, se indica el volumen de negocio con no sé cuántos miles de millones de euros, miles de puestos de trabajo, etc. Es decir, gran productividad, beneficios y empleos. Y me pregunto: ¿todos esos elementos bélicos se destinan principalmente para protección y no para la guerra? Pues sí que está el mundo protegido, sí. Pero ¿de quién?

Y vuelvo a lo del asesinato en el consulado saudí. Resulta que la vida de este periodista debe de valer más, en cuestión de 'peso moral', que, por ejemplo, la de los miles de civiles muertos, heridos, desplazados, o de niños reclutados desde los ocho años para afrontar la contienda, en el 'conflicto' de Yemen, donde toma parte activa la coalición militar árabe (varios países), capitaneada por Riad. Y para mayor escarnio, es la propia ONU (informe de la ONU de agosto de 2018, www. ohchr.org) la que señala «posibles» crímenes de guerra, por parte de todos los implicados, en la contienda yemení, que por cierto dura ya años sin el menor atisbo de remitir.

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Pero se imaginan qué decisión han tomado los de arriba ante tanto informe, ¿no? ¡Abrir una investigación! No han cortado el comercio de estos dulces envenenados. Y mira que llevan tiempo diciendo: ahora, sí; bueno, mejor no… Al final, sigue siendo que sí, que sí venden, que hacen que no saben lo que está sucediendo. Y nosotros, los mortales, sólo con ver ciertas imágenes -y digo ciertas porque la vulneración del derecho a la información y a la libertad de expresión es otro de los asuntos denunciados- ya sabemos que se están quebrantando muchos derechos humanos. Además, dicho sea de paso, lo peor que puede pasar es que se cree una comisión de investigación, condición indispensable para no esclarecer nada (como lo vemos asiduamente, no allí, sino aquí). ¡Ala! Pues a investigar, a estudiar, y a seguir vendiendo.

Ahora todos indignados, no por los miles de damnificados en los múltiples conflictos diarios que se dan en el globo terráqueo, sino por este periodista en concreto. No sé qué hay en el envés de todo este asunto, por qué en este caso sí y en otros no. ¡Pero si hasta el turco y el rubio oxigenado americano parecen preocupados! Ay, ay, ay, dinero, dinero…

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Ya lo cantaron Liza Minelli y Joel Gary, ¿lo recuerdan?: «Money makes the world go around! Money, money, money… ¡El dinero hace girar el mundo!». ¡Viva (el) Cabaret!

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