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Lo que son las cosas. Marcos de Quinto es un ejecutivo de gran fama que ha ocupado cargos muy importantes en una de las multinacionales más conocidas, como es la Coca-Cola. Sus responsabilidades profesionales han sido de ámbito mundial, lo que le ha obligado ... a residir en varios países y a viajar por muchos otros más; lo que, entre otras cosas, le ha permitido elegir su residencia fiscal. Hasta ahí, nada digno de una mención especial, porque su caso es uno más entre muchísimos semejantes.
Pero, siendo un hombre cuyas ganancias anuales multiplican por mucho las de cualquier ciudadano, cometió el imperdonable error de dedicarse a la politica, una vez colmadas sus aspiraciones profesionales. Y esa es, en nuestro entorno, una decisión poco menos que suicida y mucho menos que prudente. Aquí se lleva un modelo de administrador público que ni por asomo haya triunfado en su administración privada. Es más, si se han fijado bien, los políticos en campaña enseñan con orgullo su falta de recursos y cuando, una vez elegidos, hacen su declaración de bienes, realizan todo tipo de añagazas y subterfugios para ocultar su patrimonio que debe de aparecer siempre como escaso; en muchas ocasiones, como paupérrimo. Cuanto más escasos sean sus bienes particulares, más ambición ponen en administrar los bienes colectivos.
¿Por qué es así? No sé, pregúnteles a ellos. Que conste que el 'modelo Donald Trump' me parece un desastre, pero no es porque sea rico, sino porque es un matón sin filtros. A la hora de acceder a un cargo público, nunca despreciaría las buenas experiencias adquiridas y los éxitos obtenidos en el sector privado.
Pero volvamos a De Quinto. Como ya se habrá enterado, se mudó fiscalmente a Portugal en 2018, como un romero más en la romería de españoles que van a Portugal y no precisamente a rezar a la Virgen de Fátima, sino en busca de entornos fiscales más amables. Como se imaginará le ha caído la del pulpo. De vendepatrias hacia abajo, ha recorrido toda la gama posible de insultos y toda la paleta de descalificaciones personales.
Pero, antes de juzgar, hagamos un esfuerzo de análisis. Obviamente, si ha eludido alguna responsabilidad o utilizado algún atajo prohibido, debe enfrentarse a las consecuencias, sean éstas las que sean. ¿Pero si no lo ha hecho y si ha cumplido escrupulosamente las normas que le obligan, podemos afear la conducta de una persona que hace 'al por mayor' lo que la mayoría de los contribuyentes hacen 'al por menor', que es pagar lo menos posible? ¿Para qué contrata la gente a sus asesores fiscales, para que le ayuden a elevar la factura de su declaración o para reducirla?
Hay otra cosa. Resulta que el Gobierno portugués -socialista apoyado por los comunistas- es el responsable de la normativa que ha usado Marcos de Quinto. Pero mientras que aquí los socialistas alaban a sus colegas portugueses y ponen su ejemplo como el camino a seguir en España, resulta que quien utiliza lo acordado por ellos es un ser sin escrúpulos, un ejemplar insolidario, un asocial.
¿En qué quedamos? ¿Cómo es posible que quien dicta la norma sea un arquetipo de bondad y eficacia y quien la usa, en este caso el antiguo directivo, un modelo de maldad y abuso? Misterios de la política, que se agudizan en épocas electorales. Ya lo sabe.
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