Misterio sostenible

El caso es que dos meses después de anunciar que se podrían comprar coches Tesla con bitcoins, Musk informa de que ni de broma: no aceptan criptomonedas como forma de pago. Eso a usted a mí, que apenas sabemos que es un Tesla y no tenemos ni idea de lo que puede ser realmente un bitcoin, nos da más o menos igual, pero ha provocado al parecer una fuerte caída del valor de las criptomonedas. Las criptomonedas son divisas que llevan el misterio, lo oculto, en el prefijo pero después no dejan de salir en los papeles. «Invierte en bitcoins», te dice gente que tiene toda la pinta de dejarte también a buen precio la escritura de propiedad de la torre Eiffel.

El problema medioambiental tiene que ver con que, para mantener los bitcoins en danza, se requiere tener funcionando supercomputadoras que consumen energía a todo trapo. La mayoría de esos ordenadores están en China y se nutren de energía obtenida con carbón. Eso, claro, no es ecológico y nos sitúa ante una paradoja de nuestro tiempo: aún veremos cómo los coches eléctricos reciclan para la tapicería la piel de los chiquillos que mueren sacando litio para baterías en las minas de los países pobres. Si ya apenas entienden el mundo en el que viven, disimulen. Piensen que Elon Musk tiene planeado llevarnos pronto a Marte. Y allí, pues bueno, ya iremos viendo.

Sobre las ruinas de la crisis de 2008, Antonio Muñoz Molina escribió un libro famoso: 'Todo lo que era sólido'. Qué tiempos. El pretérito imperfecto marcaba al menos un listón de certidumbre. Ahora en cambio el presente es una montaña rusa. Ahí está el CIS, organismo gubernamental tradicionalmente respetado por su capacidad y rigor, que funciona de pronto como cualquier tertuliano: improvisando al paso de la actualidad y el argumentario. Ahora, en un barómetro catalán que aparece en el momento justo, el CIS respalda el tripartito de izquierdas y pregunta si no debería gobernar el partido más votado como en el País Vasco y Asturias. Ni idea de cómo funcionan en Asturias, pero en las autonómicas vascas de 2009 el PNV superó al PSE en cinco escaños y ochenta mil votos y Patxi López fue lehendakari con el apoyo del PP. Lo asombroso es que eso lo recuerde cualquiera mientras lo olvida la élite de los científicos sociales.

Emilia Pardo Bazán intentó entrar en la Academia tres veces. Y fracasó por motivos estrictamente sexistas. Juan Valera hizo el chiste: ¿para qué quería un sillón si no podría tapizarlo? Este año se conmemora el centenario de la escritora y ayer el director de la RAE se lamentó asegurando que Pardo Bazán «mereció de sobra» ser académica. Sin embargo, el desdoro no fue tanto para la escritora como para la institución. Sucede siempre así: los honores, en el fondo, solo honran a quienes los imponen. Del centenario de Juan Valera no se enteró casi nadie.