Un millón de mujeres

El pasado 6 de septiembre, una 'patrulla de orientación' arrestó a Mahsa Amini en Teherán por llevar el velo incorrectamente y la joven no salió con vida de las dependencias de la llamada Policía de la moral. Puede que fuese el error irrevocable. Desde entonces se suceden en el país las protestas y la represión. Las mujeres no han dejado de despojarse del velo desafiando a los policías y a los clérigos, a los que los jóvenes incluso les quitan el turbante por la calle, dándoles un golpecito cómico por detrás y saliendo por pies. Las ONG aseguran que la represión ha causado ya alrededor de cuatrocientas muertes. Puede que esos sean los disparos contra la multitud. El otro día, el planeta entero vio a los futbolistas de Irán negándose a cantar el himno de su país antes de debutar en el Mundial. Fue otra protesta contra el régimen y el planeta se enteró igualmente de que los jugadores recibieron a cambio amenazas de cárcel y tortura para sus familiares. Ahora, el Gobierno iraní anuncia la abolición de la Policía de la moral. Puede ser un intento de aplacar las protestas o una estratagema para ganar tiempo. Los opositores avisan de que no persiguen tibias mejoras. Quieren que caigan los ayatolás. Deberían poder saber que el mundo, al menos, no les va a dejar de mirar.

Al cumplir doce años, más del 60% de los niños españoles tienen ya su propio móvil. Se trata, por supuesto, de un rito de paso. En nuestra cultura la entrega del terminal simboliza el fin de la infancia. Últimamente incluso se obliga a los niños a la firma de un contrato. La crueldad es muy frecuente en los ritos de iniciación. Al oeste de Kenia, la tribu bukusu celebra el paso del prepúber a la vida adulta embadurnándolo con las vísceras de una vaca mientras sus familiares le abofetean e increpan con la peores palabras y la mejor intención: quieren afianzarle el carácter. Las ventajas de esta ceremonia frente a la firma de un contrato promocionado por una empresa de telefonía son obvias. En mi constante afán reformista, propongo que nuestra sociedad adopte el método bukusu -primero vísceras y bofetadas, después el móvil- con la mayor naturalidad cosmopolita, como en su día incorporamos, por ejemplo, Halloween.

Elon Musk revela deliberaciones de Twitter para no publicar datos comprometedores sobre el hijo de Biden y Trump concluye que hay que rescindir la Constitución para devolverle a él la presidencia. De pronto, el fraude ya no tiene que ver con novecientas mil papeletas inválidas sino con el honor del rival. «Hay un mundo extraño ahí fuera, Capi». Así se lo advertían al Capitán América en la viñeta de 2016 en la que aparecía Trump transformado en el supervillano Modaak, acrónimo de Organismo Mental Diseñado Como Rey de América.