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Quizá recuerden que en 2018 Bilbao acogió unas finales europeas de rugby y unos premios importantísimos, mundiales, de cocina. También llegó La Vuelta. Y se celebró en el BEC la gala de unos premios de la MTV igualmente importantísimos. Quizá recuerden también que los políticos ... se pasaron el año calificando al propio año como «espectacular». Cuando llegó la MTV, Unai Rementeria se reconoció «feliz» y aseguró que los vizcaínos estábamos «disfrutando como nunca».
Si no recuerdo mal, el alcalde Aburto deseó que 2018 durase un poco más y siguiese siendo espectacular. Superando eso, el diputado general llegó a desafiar al espacio-tiempo. «Dijimos que 2018 iba a ser un año espectacular y nos equivocamos», aseguró Rementeria, así, como quien no quiere la cosa, preparando el golpe de efecto. Y continuó: «Sí, nos equivocamos. Nos quedamos cortos, muy cortos. Porque creo que 2018 va a ser muy largo, que no se va a acabar nunca y que lo recordaremos siempre».
Pues bien, después de aquel subidón de espectacularidad y felicidad colectiva, transcurrido apenas un año desde que vimos toda aquella cantidad de nunca vistos, el Ayuntamiento y la Diputación abren un «proceso de reflexión» sobre los grandes eventos. El objetivo es definir una estrategia, lo que hace surgir en la cabeza de cualquiera una pregunta maravillosa: ¿nos estábamos entregando de ese modo a lo espectacular sin tener un plan? Ojalá, claro. Es magnífico pensar que, igual que acogió lo de la MTV y lo del rugby, Bilbao pudo acoger las Olimpiadas de Lucha Canaria o el Congreso Diocesano de la Iglesia Copta.
La idea de unas instituciones fascinadas e indefensas ante la inagotable oferta de eventos que ofrece la contemporaneidad es fabulosa. Un festival de rockeros geriátricos, los de los saltos de Red Bull lanzándose a la ría igual, pero subidos a una moto... Eso es. Dame más. ¿Cómo decir que no a tantas ideas fabulosas?
Lástima que no se trate exactamente de eso. Lo que al parecer quieren hacer el Ayuntamiento y la Diputación es afinar con las grandes citas y garantizar su conveniencia, no solo en lo económico, sino también en lo cultural, en lo medioambiental. Cosas así. Si me preguntan, yo creo que nos estamos haciendo mayores. Antes éramos más espontáneos. Unos locos maravillosos. Siempre subidos al caballo salvaje de lo espectacular.
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