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Nos dijeron que quien se quedara en su casa el pasado 28 de abril no se podía lamentar luego de que la extrema derecha ganara las elecciones. Nos explicaron que el Partido Popular, Ciudadanos y Vox formaban un tridente peligroso para la convivencia y para ... garantizar los derechos políticos y sociales conquistados en las últimas décadas. Nos pidieron de forma dramática que nos movilizáramos, que la democracia estaba en peligro. Agitaron el miedo a la ultraderecha para reclamar nuestra atención y pedirnos el voto. Nos ponían ejemplos de lo que pasaría con los derechos de las mujeres si ellos no conseguían una mayoría suficiente para formar gobierno. No solo estarían en peligro los avances en la reducción de la desigualdad de la brecha de género en todas sus dimensiones, sino que sería imparable un brutal retroceso. Algunos llegaron a decir al siglo XIX. También se cernía una seria amenaza sobre los derechos y libertades del colectivo LGTBI si ganaban las elecciones los partidos a los que según el día los líderes del PSOE y Podemos llamaban tridente, trifachito o incluso derecha trifálica. Ojo, nos advertían, de que también si os quedáis en casa podéis facilitar la puesta en marcha de medidas políticas xenófobas como esas que os espantan de los líderes más impresentables de otros países.
Si gana el trifachito se acabaron los viernes sociales, avisaban tanto Pedro Sánchez cómo Pablo Iglesias. Los dos competían por ponerse las medallas de todas las medidas que habían acordado los dos principales partidos de izquierda para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que más necesitan del Estado para sacar su vida adelante. Y los dos coincidían en que los tres partidos de la derecha destrozarían su nuevo pacto social. Nos recordaban que a la derecha no le gustaba que se subiera el Salario Mínimo Interprofesional, ni que se interviniera en el mercado de la vivienda para facilitar su acceso a los jóvenes, que se propusiera blindar las pensiones en la Constitución ni que existiera en España un alto comisionado para la lucha contra la pobreza infantil.
En los debates tanto el líder socialista como el de Unidas Podemos defendían la cooperación entre sus fuerzas para derrotar a las tres fuerzas reaccionarias. Sí, las llamaban a las tres reaccionarias. Y leían las propuestas de Vox y nos decían que, si la izquierda no sumaba, ese era el destino que le esperaba a España. Entre las propuestas de Vox, subrayaban muy a menudo durante la campaña su deseo de suprimir las autonomías. El trifachito estaría dispuesto incluso a cargarse la Constitución.
La izquierda respondió movilizándose y los ciudadanos de centro apoyando mayoritariamente al Partido Socialista más que por amor a sus siglas por un rechazo a la radicalización hacia la derecha de la oferta conservadora. El tridente fue derrotado y la izquierda podía sumar para formar un gobierno. A día de hoy, la izquierda no se ha puesto de acuerdo para gestionar su victoria y se habla con naturalidad de la posibilidad de una repetición electoral. Debe de ser mentira todo el negrísimo cuadro que nos pintaron en la campaña sobre el peligro que representan para el país y la democracia las políticas de la derecha. Porque si pensaran que es verdad todo lo que nos dijeron en campaña, no se atreverían a asumir el riesgo que representa para la convivencia y para la democracia la convocatoria de unas nuevas elecciones.
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