La nueva política es también ausentarte de la mesa en la que negocias lealmente con tu socio de Gobierno para organizar un acto público a mayor gloria de ti mismo en el que proclamas que tienes razón en todo y que no vas a ceder ... en nada. Lo hizo ayer Podemos y fue digno de verse. La propaganda no es ya en ese espacio político una herramienta efectiva, puntual e innoble sino un bioelemento. Como el nitrógeno. No hay vida en Podemos sin propaganda. Tampoco vida interna. Ione Belarra e Irene Montero utilizaron ayer el tono épico del mitin de masas ante doscientas o trescientas personas que parecían ser en su mayoría, no ya del partido, sino cargos del partido.

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Les resumo la mercancía que se intentó colocar en el acto porque ustedes estarían tomando el vermú. Diseñar leyes y tramitarlas, soportar presiones y recibir críticas no es estar en el Gobierno, sino poner el cuerpo, la valentía, la vida, y ser golpeado día tras día por defender los derechos de las mujeres. Del mismo modo, cambiar una ley recién aprobada tras comprobar sus efectos indeseados no es reconocer un error monumental, sino frenar la ofensiva de la derecha política, judicial y mediática que no acepta que gobierne quien gana las elecciones. A partir de ahí, no dimitir tras el fracaso es no rendirse y seguir peleando como nos enseñaron nuestras madres y nuestras abuelas. En cuanto a Irene Montero, no es la ministra de Igualdad y por tanto una de las principales responsables del desaguisado, sino alguien que merece una estatua y que no ha hecho la ley por ella, sino por todas las mujeres y por todas las feministas del mundo, muy especialmente por las de Argentina, México, Colombia y El Salvador.

El intento de hacer pasar un fiasco por una hazaña impresiona. Hay que ser muy hombre para intentar algo tan masculino. Sin embargo, la realidad no tiene escapatoria. El consentimiento siempre estuvo en el centro y llevar la lógica falaz de las pancartas al Código Penal fue siempre mala idea. Si en algún momento Podemos aspiró a cambiar la realidad, hoy dedica su energía a negarla. La inercia es fanática y reveladora. «Sí es sí», corearon ayer los fieles, con la música del «Sí se puede», a la entrada de Ione Belarra e Irene Montero, ministras del Gobierno de España.

China

Dos globos

La guerra en la sombra es un festival del cinismo. Lo hemos aprendido en los últimos años, pero cuesta acostumbrarse. Ahora China se toma como una afrenta el derribo del globo-sonda de su propiedad que invadió el espacio aéreo estadounidense. La Casa Blanca asegura que el aparato estaba espiando zonas donde se almacena armamento nuclear. Pekín asegura en cambio que se trataba de un globo inocente, civil, científico, puramente meteorológico que se desvió por las cosas del viento y de la vida. En consecuencia, se reservan el derecho a responder. Como el juego consiste en fabricarse las razones para aumentar el desafío, Dios quiera que China no responda a lo del globo presuntamente meteorológico derribando por su parte a Jim Cantore, el meteorólogo más famoso de la televisión estadounidense. No refuerza la teoría de la casualidad que ayer se descubriese un segundo globo chino, esta vez sobre Colombia.

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País Vasco

Navajeros

El consejero de Seguridad reconoció en enero su preocupación por la presencia de armas blancas en las calles. El fin de semana le da la razón del peor modo posible, con un hombre en estado grave tras ser acuchillado en una discoteca de Vitoria. El problema de las armas blancas resurge cada cierto tiempo y la Ertzaintza intensifica los cacheos preventivos. Casi han pasado veinte años desde la guerra al navajero del alcalde Azkuna. Salir de casa con una mínima navaja sigue siendo una infracción, a menos de que vayas al monte a coger setas.

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