Mejor en fase cero

Haber alcanzado la fase 1 es mera presunción, porque ningún territorio disfruta de ella plenamente. Ni se han abierto todos los comercios posibles, ni las terrazas necesarias para saciar la sed de desconfinamiento. Tampoco nadie ha explicado qué verdad científica y qué norma legal avala que diez personas pueden juntarse en la calle, prohibiendo en Euskadi los reencuentros familiares en casa porque en este punto debemos mostrarnos distintos. Es la cogobernanza, se dice. Y amenazan con aplicarla aun más a fondo en ese otro mes de Estado de Alarma que pretende Pedro Sánchez.

Mientras se alega que si los centros educativos no se abren el lunes 18 es porque Madrid no da permiso, con la esperanza de que nos hagamos los ingenuos ante el despropósito de una gestión inexistente para completar el curso. Sí, hasta finalizar la Semana de Pascua la Euskadi oficial no estrictamente sanitaria permaneció confinada. Podría decirse que cuerpo a tierra. Con la salvedad de los tanteos para convocar elecciones en julio. Los alcaldes anunciaron ayer la suspensión de las fiestas de agosto, aunque hubiesen preferido ver a las cuadrillas y charangas, a los hosteleros y a alguna plataforma vecinal requerirlo antes. Tampoco es fácil saber si la decisión de que hasta mediados de junio permanecerán las playas prohibidas a la toalla se debe a una conclusión científica o a la aversión que por la arena siente alguien en algún escalafón del enigmático puente de mando.

A partir del lunes podremos movernos por el territorio histórico, aunque los expertos no explican para qué es eso necesario. Mientras esperamos a que nos concedan el pase a la fase 2, sin haber completado la 1. Todo parece tan inocente, que da pábulo a la invectiva de que al 'mando único' de Ajuria Enea y Sabin Etxea le importa, más que nada, celebrar elecciones en julio.