Hace años se hablaba mucho del efecto mariposa para explicar efectos de largo alcance producidos aparentemente por acciones casi imperceptibles. Esta metáfora de la era preinternet, posiblemente ya superada, venía a decir que, en teoría, el aleteo de una mariposa en una isla recóndita del Pacífico podría llegar a generar un huracán en la otra punta del mundo. Soplan vientos de cambio.

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Huimos del triunfalismo ciego, pero abrazamos este tiempo de transformación con los dos brazos: el del optimismo y el de la plena conciencia de dónde estamos en realidad.

A pesar de las miles de personas con las que nos hemos cruzado por las calles, del seguimiento masivo de las diferentes huelgas y de las actividades organizadas en todo el mundo, a pesar de todo, hoy seguimos cobrando menos que nuestros pares masculinos y regresamos a los márgenes de la actualidad, tras días de centralidad que, lo sabemos, son un espejismo.

Esta noche volveremos a tener miedo al regresar a casa y unas cuantas de nosotras terminarán en un hospital o en una comisaría. Algunos caballeros seguirán insistiendo en que estamos locas, o exaltadas injustamente por nuestra inferioridad, y nos recordarán que nuestro cuerpo nos pertenece solo a medias y siempre que encaje en sus principios normativos.

Tenemos conciencia plena de dónde estamos y, sobre todo, de hacia dónde debemos avanzar. Y cómo. Los movimientos feministas han acertado históricamente al señalar las costuras que le han ido reventando al sistema. Acertaron cuando consiguieron para todos y todas una democracia más completa, en la que se integró, con derecho a elegir y ser elegida, la mitad de la población. Y acierta ahora, muchos años después, cuando cuestiona que no seremos sostenibles como sociedad sin un nuevo pacto por la igualdad, sin una reforma, evolución, revolución o transformación (pongan ustedes el nombre) que reconozca que la vida está en el centro, que lo productivo y lo reproductivo deben equilibrarse, que los derechos civiles, sociales y políticos de las mujeres no son negociables. Acierta, porque cuestiona y propone soluciones. Acierta y señala con el dedo a la luna, aunque siempre habrá quien prefiera mirar si llevamos bien hecha la manicura.

Hoy es día de resaca, día de cansancio en el cuerpo tras una jornada que, otra vez, ha sido histórica. Por ahora, nos toca examinar los efectos que el aleteo de millones de mariposas feministas ha generado en todo el mundo. Tiempo habrá, y no es menor, de reconocer el trabajo silencioso de todas esas mujeres durante tanto tiempo, porque, si bien la vorágine informativa las engulle, sin ellas nada de esto habría sido posible.

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