![Malú se fue a la guerra](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201902/25/media/cortadas/opi-inaki-ezkerra-klkE-U70752380621vVH-624x385@El%20Correo.jpg)
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Albert Rivera ha traído a la política española lo que podemos llamar 'el chisme en sordina' o 'la salsa rosa de arte y ensayo'. Sus afiliados, votantes y simpatizantes no pueden evitar cotillear de su affaire con Malú, pero a la vez no quieren pasar por marujos y lo hacen de modo vergonzante, falsamente distante, soso. Digamos que chismorrean como entre dientes, como si estuvieran por encima del bien y del mal. Tengo varios amigos de ese pelo, que van de depositarios de la izquierda ilustrada que desapareció con la Transición y que tienen algo de curas que no se pueden permitir hojear el 'Hola' en la peluquería porque es pecado. Sin embargo, incluso aquella izquierda pureta sucumbió a la tentación maripuri. Recuerdo que Valentí Puig se burló en su día de los marxistas que festejaron la caída del Sha de Persia porque leían más el 'Hola' que 'El Capital'. Y así pasó lo que pasó: que Boyer, el látigo de Rumasa, pilló con 'La China' y fundó Villa Meona.
Desde entonces la cosa ha ido a peor. Si el 'Hola' ha estado planeando siempre sobre la izquierda, es inevitable que planee también sobre el centroderecha. Luego vino la boda de la hija de Aznar y vino también el 'reinado del terror' de Ana Botella al frente de la alcaldía de Madrid. Vino la revolucionaria tradición del acceso a un cargo político o a un puesto de trabajo por designación dinástica, por transferencia conyugal o transmisión sexual. Vino el colchón nuevo para el matrimonio Sánchez en La Moncloa y el chollo para Begoña Gómez de directora de un Centro de Estudios Africanos. La verdad es que este modo de entender el poder público como un bien ganancial del matrimonio, estos enchufes laborales en virtud de la condición de consorte, resultan un tanto anacrónicos en la época de los derechos de la mujer; del reconocimiento de la valía profesional de ésta en función de sus propios méritos y no de los de 'su hombre'. En este sentido, la izquierda populista llega a un reaccionarismo antediluviano. Las consortes de Pablo Iglesias se convierten por un mecanismo automático en las reinas de Podemos y pierden dicha condición en cuanto dejan de serlo.
El Sha de Persia, sí. Pablo Iglesias actúa como el Sha de Podemos en el 'Hola' en que se ha convertido la política nacional. Su ruptura con él obligó a Tania Sánchez a dejar el trono antisistema y entregárselo a Irene Montero como la Princesa Soraya perdió el suyo para cedérselo a la fértil Farah Diba. Tania Sánchez es la Soraya del populismo español. ¿Y Malú? ¿Qué pinta en todo esto? Malú se fue a la guerra de los platós y encontró su media naranja o la naranja entera. Hay un hecho que le diferencia de las consortes citadas y que le honra. Su historia con Albert es desinteresada. Malú trae el amor a la España del odio ideológico. Dicho de otro modo, pongo la mano en el fuego a que no la harán portavoz de Ciudadanos.
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