De los mensajes que circularon el domingo por las redes contra la violencia de género me gustó especialmente el que decía: «Quédate con el que te borre el pintalabios y no el rímel». Pertenezco a esa generación que en su día decidió liberarse del pintalabios ... y el rímel, pero aún así el mensaje me parece interesante porque apela al sentido común de las mujeres, a nuestra capacidad para discernir entre un compañero genuinamente cariñoso y otro absorbente, prepotente y machista que acaba haciéndote llorar (cuando no algo peor). No diré que al maltratador se le divisa a kilómetros, porque desgraciadamente muchas veces no es así. Pero sí creo que deberíamos actuar al primer síntoma. Estoy convencida de que aquí la prevención o, en su defecto, una detección temprana de la sintomatología es fundamental.

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Estamos cada día más mentalizadas contra otro de nuestros peores enemigos (el cáncer de mama). Sabemos, porque los médicos no se cansan de repetirlo, que detectado a tiempo puede atajarse salvando muchas vidas. Quizás el mismo razonamiento deberíamos aplicarlo a los malos tratos. Pero para eso resulta esencial poner en práctica eso que tanto nos recomiendan y tanta pereza nos da: la autoexploración. Y aquí es dónde una maltratada debería preguntarse: ¿Por qué he seguido aquí después de la primera paliza? ¿Por qué no me voy si tengo independencia económica? ¿Por qué le justifico ante mi familia? ¿Por qué he retirado la denuncia? ¿Por qué vuelvo años después (caso de Juana Rivas) con mi maltratador y tengo otro hijo con él?

No se trata de culpabilizar a las víctimas. Aquí el único culpable es el maltratador, igual que en el caso del cáncer es el tumor. Pero se trata de incluir en la solución a este terrible problema un factor fundamental: nosotras. En qué podemos mejorar nuestra 'salud emocional', cómo podemos aprender a protegernos mejor. Hoy he visto un vídeo de C. Tangana, supuesto exnovio de la aclamada Rosalía, y no doy crédito a la estética de macarra de puticlub que se ha instalado entre los jóvenes raperos y reguetoneros. Si ese tipo de hombre, más cercano a Torrente que a un ser evolucionado, es el que enamora a las chicas de hoy, me temo que el machismo se va a erradicar... Malamente.

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