Loca academia

Sin duda, causa extrañeza que el PNV advierta de la preocupante querencia del vasco hacia el funcionariado justo en una asamblea del partido, o sea, en el lugar del planeta en el que en ese momento, entre los de elección y los de libre designación, se daba con toda probabilidad la mayor concentración de cargos públicos por metro cuadrado. Sin embargo, no hay que pensar mal. También puede ser que el PNV haya detectado que el amor del país por el trabajo en la Administración es insostenible, al comprobar que en Arkaute ya ni siquiera les caben los aspirantes a ertzainas. Concretamente, los de la XXX promoción, que debían ser setecientos y pueden superar el millar después de que un juez anulase la última prueba de la OPE y obligase a mantener cautelarmente a los no aptos dentro del proceso de selección.

El lío es máximo: hay superpoblación de futuros ertzainas. Y para solucionarlo no basta con fomentar de un modo proporcional la cría de delincuentes. Todo es más complicado. No hay tiempo y la Ertzaintza necesita rejuvenecer su plantilla. Y todo arreglo provisional que se le vislumbra al proceso de selección detenido cautelarmente genera damnificados, lo que podría generar a su vez nuevos recursos. Por ahora, la entrada de los alumnos en Arkaute se retrasa un mes. El tribunal de la OPE espera un informe jurídico que les ofrezca algo de luz o, mejor aún, alguna garantía. Ojalá todo esto sirva para que la gente entienda que el empleo público no siempre es la opción más sencilla y apueste por la iniciativa privada. A raíz de lo visto en España en los últimos tiempos, me veo obligado a recordarles a los jóvenes que la formación de nuevos partidos políticos con los que llegar a las instituciones y adherirse al presupuesto no cuenta como emprendizaje.

Quizá porque ser líder mundial es un poco como todo y, si no te lo dices tú, no te lo dice nadie, Yolanda Díaz recordó ayer que ella lo del coronavirus lo vio venir en febrero de 2020 y se puso a trabajar. Por eso, siguió recordando, sacó aquella guía para las empresas que el 4 de marzo causó instantáneamente polémica y un desmentido del Gobierno. El recuerdo parecía una patadita, de estadista a estadista, a Pedro Sánchez, pero el PP decidió transformarlo en comedia bufa y ponerse a gritar: «¡Lo sabían!». Como si pudiese salir ahora a la luz lo que en su día salió en las portadas. Salió, además, de un modo significativo. Se consideraba entonces que el Gobierno se buscaba un innecesario lío interno cuando la crisis se estaba llevando bien: poniendo a un epidemiólogo al mando y con los partidos demostrando sentido de Estado. Volver al periódico de aquel día es como ver las fotos de boda en 'Kramer contra Kramer'. ¿Qué pudo salir mal?

El Parlamento vasco vuelve a agradecerle a Amancio Ortega la donación de avanzados equipos de radioterapia. Otra vez por iniciativa del Partido Popular, que debe de pensar que lo que necesita para recuperar votos es dedicar su energía legislativa a que los detallazos no queden sin respuesta. Bildu y Podemos votaron en contra del agradecimiento, que es discreto. No incluye un mensaje de tranquilidad por lo del dividendo ni el apoyo institucional a la nueva presidenta, porque al final, Amancio, en quién va a confiar uno más que en la familia.