El 12 de julio se colocarán urnas en toda Euskadi para elegir el próximo Parlamento. La pregunta ahora es cómo conseguir que se llenen de votos cuando la ciudadanía todavía no ha aprendido a convivir con el virus. Creo que nos conviene a todos olvidarnos ... del debate de la fecha y centrarnos en exigir que se adopten todas las medidas necesarias para que la representación que salga de las urnas sea lo más parecida posible a la sociedad vasca. El miedo a participar es una variable desconocida cuyo impacto en el resultado electoral hay que minimizar por el bien de nuestra salud democrática. Será necesario modificar el procedimiento electoral y ampliar el Presupuesto de las elecciones. Le corresponde al Gobierno vasco impulsar un consenso con el resto de las fuerzas políticas para que el proceso electoral garantice la información, la deliberación, la representación igualitaria.

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Potenciar el voto postal es una buena idea para prevenir contagios y aumentar la seguridad de la participación. De hecho ha sido la herramienta que se ha utilizado más en los países que han desarrollado elecciones en tiempo de pandemia. Pero en estos países ya existe una cultura de voto por correo de la que aquí carecemos. No tenemos interiorizado el voto por adelantado. El mundo se divide entre los que planifican las cosas y los que lo dejan todo para el último día. No es cuestión de ideologías.

Si queremos contar con los que dejan todo para el último día, la campaña sobre la seguridad del acto electoral tiene que ser clara y consensuada para no generar desconcierto en una sociedad atemorizada y que desconfía de la improvisación de los políticos. Es bueno que nos digan que van a desinfectar los centros de votación, que van a entregar mascarillas y guantes o que van a establecer turnos para votar. Pero es muy importante que el mensaje con las medidas de seguridad sea respaldado por todos los partidos para que la confianza en el proceso no dependa de nuestro color ideológico.

A falta de mítines habrá que potenciar los debates, incluidos los debates a dos que son los que más ayudan a la movilización. No podemos permitirnos que la baja participación en tiempos de pandemia aumente la desigualdad electoral. Habrá que priorizar a los colectivos vulnerables que por edad y salud pueden tener más problemas para afrontar el riesgo de la votación, pero también los barrios más empobrecidos que tradicionalmente votan menos en las elecciones y que han vuelto a ser los más afectados por la nueva crisis. Son los más interesados en las políticas de reconstrucción porque su vida va en ello.

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