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El ministro de Cultura citó en abril a Orson Welles: primero la vida, luego el cine (por las ayudas). Podía haber cambiado cine por cualquier actividad de su negociado. El Teatro Real de Madrid ha sido el primero en volver a la ópera. Con 'La ... traviata'. Sin Plácido Domingo como Germont, pero esa es otra historia. Escenografía pobre y buenas voces. Distancia entre cantantes (acércate, decía Violeta a Alfredo a punto de morir, pero nanay). El público, con sus mascarillas. La mitad del aforo. Toma de temperatura. Alfombrilla desinfectante. Snacks en cajita individual para el entreacto sobre el atardecer rojizo del Palacio Real. Y sí, claro que la vida va por delante del cine. Y de la ópera. Pero no quiero una vida sin 'Encadenados' o sin 'La traviata'. La pobre Carmen Calvo, con una Inmaculada del cuello, advertía a sus interlocutores: «No cojáis el Covid. Se pasa muy mal». Escuchar el 'Addio del passato' con mascarilla es un privilegio.
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