LAGARDE: EL CREPÚSCULO DE LOS ECONOMISTAS
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Cuando el 1 de noviembre la francesa tome las riendas del BCE, tanto este organismo como la Reserva Federal de EE UU estarán dirigidos por abogadosAvalada por los 18 socios de la zona euro, Christine Lagarde ha obtenido la recomendación para el cargo de presidenta del Banco Central Europeo (BCE). Aunque dicha recomendación debe ser debatida en el Consejo de Gobierno del propio BCE y pasar por el Parlamento europeo, ... las opiniones de estos organismos no son vinculantes, por lo que, salvo sorpresa mayúscula, la francesa será confirmada en el Consejo Europeo del próximo mes de octubre y tomará las riendas del BCE el 1 de noviembre.
En ese momento, tanto el BCE como la Reserva Federal norteamericana estarán dirigidos por dos abogados y no por dos economistas. En Europa, Wim Duisenberg, Jean-Claude Trichet y Mario Draghi, predecesores de Lagarde han sido economistas destacados. En EE UU, los precursores del actual 'Fed-Chair', Jerome Powell, jurista como Lagarde, han formado una espectacular lista con nombres tales como Janet Yellen, Ben Bernanke, Alan Greenspan, Paul Volcker y otros de similar altura, todos ellos economistas, y en su mayoría académicos reputados.
Pero a día de hoy la política eclipsa a la economía. Después de todo, el BCE es la única institución genuinamente federal de la unión monetaria europea. Más importante que la Presidencia de la Comisión Europea, la del BCE es uno de los puestos más influyentes del planeta. Junto a la Reserva Federal de EE UU, el BCE es el banco central más prestigioso entre todos los bancos centrales. Demasiado cometido para un tecnócrata.
El nombramiento de Lagarde obedece sobre todo a criterios políticos en el habitual mercadeo que se produce en la UE con ocasión de los obligados relevos reglamentarios de las grandes figuras de la Administración europea. Pero aceptado esto, Lagarde, una política nata -militante del Partido Popular Europeo- nunca ha esquivado los grandes temas concernientes a los bancos centrales desde que se situó a la cabeza del FMI. Economista o jurista, detalles aparte, tampoco es tan difícil conocer e interpretar los actuales problemas de la Eurozona, y una persona de la trayectoria de la francesa debería ser capaz de formarse criterio propio en un plazo breve de tiempo arropada por el cualificado 'staff' del organismo central. Lagarde tiene experiencia en crisis financieras, tanto en su etapa de responsable máxima de las finanzas francesas, como al frente del FMI, liderando diversas operaciones de rescate, incluidos países miembros de la Eurozona o gigantes como Argentina.
Un somero análisis de hemeroteca nos da las claves de cual es su talante y posicionamiento en los grandes temas de la entidad emisora con base en Frankfurt y su posible reacción ante los mismos: predominantemente continuista. Lo que no es necesariamente una medida tranquilizadora. ¿De verdad resulta un dogma la necesidad de perpetuar el actual rol ultraintervencionista del BCE?
La política de tipos negativos ha jugado un papel decisivo en la recuperación europea, pero es hora de que también los Estados y sus presupuestos proclamen -como Draghi- su voluntad de hacer «lo que sea necesario» para construir una economía más estable, más 'natural' en términos de variables 'naturales' del mercado, abandonando la masiva subvención de los presupuestos públicos al endeudarse a tipos irrisorios y que provocan en los gobiernos una alergia indisimulada a cualquier tipo de reformas estructurales para buscar economías más flexibles y más productivas.
Los ahorradores de la Eurozona están hartos de soportar un expolio encubierto al destruir el BCE la rentabilidad de sus ahorros y de sus pensiones para que los Estados incontinentes no afinen el ritmo de su dispendio. Es hora de que la política económica se fundamente en algo más que en los océanos de liquidez y el dinero barato o de tipos negativos de los bancos centrales.
Existen otros problemas que la señora Lagarde deberá encarar. La Eurozona sigue siendo una unión monetaria y política incipiente, con profundas divisiones entre los Estados miembros sobre el nivel apropiado de centralización. Su arquitectura externa es inexistente. La unión bancaria discurre por un camino lento e indeciso. La ausencia de los polémicos 'eurobonos' proporciona ineficacia a la política fiscal común y aleja al euro de su papel como moneda alternativa al dólar. Ahora, además, el PIB de la Eurozona cojea.
Lagarde tiene mucho que reflexionar si acaso quiere cambiar las cosas.
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