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Trump llega el domingo a un Japón que estrena parlamento y gobierno, aunque no primer ministro: Shinzo Abe, al frente del incombustible Partido Liberal Democrático y en una fructífera alianza con el novedoso ‘Partido de la Innovación’, obtuvo la mayoría absoluta en la elección del ... 23 de octubre y tiene, pues, el campo libre para, por fin, abordar con más margen la eventualidad de hacer del país una gran potencia militar que pueda enfrentarse a Corea del Norte.
Este asunto, casi tan viejo para los japoneses como la post-historia de la II Guerra Mundial y la guerra de Corea, sigue sobre el escenario y, a decir verdad, en el Japón tienen argumentos para explicarlo: el extravagante régimen norcoreano ha aumentado sin cesar sus provocaciones con ensayos de misiles con capacidad nuclear lanzados para sobrevolar tierra o mar de soberanía nipona. Como si fuera una decisión sopesada los ensayos y la retórica oficial con que se acompañan han aumentado y se han hecho más belicistas que nunca. No es fácil ni tal vez adecuado atribuir a la consolidación de una pulsión nacionalista y defensiva niponas la victoria de Abe quien, por lo demás, es un producto típico del viejo PLD, que ha gobernado casi ininterrumpidamente tras la II Guerra Mundial y modelado al país con éxito. Pero, con un tono cada vez más desinhibido, Tokio muestra su determinación de acabar con la pesadilla norcoreana y cree tener en la administración Trump un socio más sensible y cercano que nunca.
Esto, además de no estar formal y oficialmente refrendado, más allá de los comentarios retóricos de Trump, a quien suelen enmendar la plana los sobrios comunicados oficiales de Defensa o el Departamento de Estado, no es ni tan seguro ni está tan respaldado por la opinión japonesa. Y la razón es el recuerdo imborrable que la memoria colectiva nipona conserva de Hiroshima y Nagasaki. Impresiona todavía ver qué gran y respetada influencia social conservan las entidades opuestas a toda posibilidad de rearme nuclear.
En este registro sobrecoge anotar qué respeto suscitan y qué influencia social mantienen los hibakusha (afectados por las bombas nucleares), un fenómeno que todos los partidos tienen bien en cuenta y que parece aún fuertemente arraigado en la sociedad. Se añade el desastre de la central de Fukushima en 2011, que suscitó un debate sin precedentes y permitió comprobar una incomprensible lenidad oficial en todas las fases del arriesgado proyecto. Es en este contexto en el que las provocaciones norcoreanas son percibidas en Japón. Los gobiernos Shinzo Abe han sido moderados y sensibles sobre el particular y ahora son, más a ras de suelo, sospechosos de utilizar las provocaciones del programa balístico norcoreano como herramienta en realidad subsidiaria para mover a la opinión... porque lo que él entiende abordar en la nueva legislatura es, en realidad, un programa económico de envergadura. Japón, superpotencia industrial con bajísimo paro, es también una nación excesivamente endeudada: debe casi diez mil millones de millones de euros. Sí, ha leído bien: millones de millones... que paga religiosamente.
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