Crispación. Empieza el año con tantos pronósticos de conflicto que me dedico a buscar tradiciones y costumbres no adscritas, actitudes que aún no han sido adoptadas por la izquierda ni la derecha como banderas de la guerra cultural. El pasado fin de semana descubrí la ... última actividad, o mejor inactividad, huérfana de padres políticos: la abstinencia sexual. En este diario, se publicaba un reportaje titulado: «Sin sexo también se vive. La asexualidad y la abstinencia se reivindican» y en Le Monde aparecía otro reportaje de tema y titular semejantes: «Chéri(e), et si on arrêtait de faire l'amour», o sea: «¿Cariño, y si dejáramos de hacer el amor?». El diario francés propone un «Dry January du sexe». Un enero seco de sexo como última trinchera de la equidistancia.

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Confrontación. Los carriles para bicis son de izquierdas y la caza, de derechas. Sin embargo, en mi tierra, Extremadura, cazan hasta los prosoviéticos y en Sevilla, el ayuntamiento conservador presume de sus 263 sevicios de estaciones de bicis de alquiler. Un cardenal italiano ha declarado que Papá Noel no existe y la derecha reivindica los Reyes Magos, que, sin embargo, también traen regalos a los niños de papás rojos. Rajoy deseaba felices fiestas (felicitación izquierdista) y varios ministros de Sánchez desean feliz Navidad (felicitación derechista), pero da lo mismo, el tema también es arma cultural y hay que optar.

Polarización. Los toros de las 1.500 corridas y novilladas de 2023 son de derechas. Vale, asumido. ¿Entonces, las vaquillas de las 18.500 capeas populares serían de izquierdas? ¿Y la vaquilla de Lalachús? Que no cuenten conmigo. Me apunto a un enero seco de sexo y de guerras culturales.

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