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El fin de la impugnación

El fin de la impugnación

Alguien tiene que agarrar pico y pala y empezar a construir algo un poco mejor que lo que tenemos

Martes, 10 de diciembre 2019, 00:56

Hace ya demasiado tiempo que vivimos, sobre todo algunos, en y de la impugnación. La descripción vale para algunos de los más llamativos movimientos de los últimos tiempos, exitosos, de capa caída o ya descalabrados. Vale, por ejemplo, para los auges sucesivos de Podemos, Ciudadanos ... y Vox. Vale, también, para el independentismo catalán, en su versión más añeja de Esquerra, la más punkie -aunque tampoco nueva- de la CUP o el potaje que a partir de un establishment desvencijado por la rapiña y unas gotas de nihilismo folk y pop ha perpetrado Puigdemont con lo que por ahora gira bajo la etiqueta JxCat. Vale, incluso, para el PSOE de Sánchez, basado en la enmienda a la totalidad de la herencia del férreo mandarinato ejercido por González y sus lugartenientes atrincherados en el aparato del partido o, en una medida mucho más leve, para la indecisa reacción a Rajoy que representa Casado, agarrotado por el escalofrío que produce su lejano inspirador Aznar cuando emerge de su gruta.

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