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Ha habido grandes pandemias y epidemias a lo largo de la historia, pero todas nos han quedado lejos, o así las hemos sentido en una medida u otra. Bien porque ocurrieron hace tiempo y no las vivimos los que hoy estamos aquí, bien porque sucedieron ... a una distancia prudencial. Y cuando digo distancia me refiero no sólo a distancia física, sino a distancia emocional: a los pobres negros, a los pobres chinos, a los pobres drogadictos, a las pobres prostitutas, a los pobres homosexuales, a los pobres promiscuos, a los pobres que están en guerra… A los pobres 'algo'.
Recordemos, por ejemplo, que según los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS, disponible en red), a finales de 2018 había aproximadamente 37,9 millones de personas con el VIH (lo que comúnmente llamamos sida) y se había cobrado más de 32 millones de vidas. Ahí es nada. Pero vamos, que si quieren información sobre brotes epidémicos recientes no tienen más que ir la página web de dicha organización y ver los datos sobre ébola, sarampión, dengue, fiebre amarilla, gripe aviar, virus zika… y cómo no, la pandemia actual por el Covid-19 (y anteriores coronavirus a éste, como el MERS-CoV o SRAS-CoV). Parecía que esas cosas de epidemias, pandemias, virus, bacterias y demás familia les ocurrían 'a los otros'. 'Nosotros' estábamos protegidos por un halo divino.
Pues bien, sobra decir que no. No existe la mano de la providencia que protege a unos sí y a otros no, sino que, obviamente, depende de múltiples factores y, entre ellos, uno principal, que es el económico. Si somos de los países ricos, pues menos peligro ante las adversidades. Y así estábamos en esta ocasión, o mejor todavía, así siguen algunos, en el limbo de los 'a nosotros no'. Sin embargo, esa fase ya la hemos superado, más o menos, y estamos metidos de lleno en el lío.
Es entonces cuando empiezan a asomarse los 'iluminados': 'Ya lo sabíamos y el Gobierno no ha hecho nada' o 'nuestros genes españoles combatirán al coronavirus' y lindezas así… Bien, a todos estos, ni caso. No está el panorama para tanta bobada. Pero los peores son los 'tolosas' (que nada tienen que ver con los amigos tolosarras), es decir, los 'todolosabe'.
Estamos informados de esta pandemia minuto a minuto por los diferentes medios de comunicación, pues es un deber y un derecho saber qué está pasando. Derecho a informar y a ser informados. Estamos alerta de qué tenemos que hacer, cómo comportarnos, cómo realizar nuestras tareas diarias para ayudar a resolver esta situación. Y es en este punto donde creo que hay demasiados 'tolosas' en platós y estudios de radio, que nos pueden llevar a la confusión. Si un barco está metido de lleno en una tormenta y hay que salvarse, sólo puede haber una voz de mando, el de la patrona o el patrón. No puede ser que haya una orden a estribor, y otra a babor, por mucho que toda la tripulación sea experta en temporales. Un único mando para poder librar la mala mar. ¿Y si se equivoca? Tendría que haber acuerdo entre el resto de la tripulación para quitarle el mando. Acuerdo, repito.
Los gobernantes, gusten más o menos, sean de los tuyos o no, son los que tienen en sus manos la tarea de llevarnos a buen puerto. Para esta labor se rodean, sin duda, de personas que puedan aportar buenas ideas para las decisiones que haya que tomar en cada momento, bien por su demostrada sabiduría, o bien por su experiencia, o su relevancia en tal o cual materia. Los que estamos obligados a obedecer sus directrices, si queremos que esto se resuelva de la mejor manera, o sea todos, necesitamos mensajes claros y firmes. Necesitamos sentirnos seguros y pensar que estamos en buenas manos. Las ruedas de prensa que se ofrecen diariamente por los responsables técnicos ante esta crisis del Covid-19 creo que cumplen plenamente esos requisitos.
Pero el asunto no se queda ahí. Luego van apareciendo aquí y allá los 'otros' expertos, que instruyen de lo mal que lo hacen los oficiales y ofreciendo su propia 'opinión de experto', también. Solamente por ese inconsciente comportamiento no merecen ninguna credibilidad, aunque tuvieran la verdad. Un científico maneja, presenta y discute sus hipótesis dentro de la comunidad científica, y no detrás de un micrófono dirigido al pueblo lego en la materia, a nosotros. El efecto resultante es la confusión y la inseguridad en la gente. Cuando se nos dice que la tierra es esférica, es porque la comunidad científica ha consensuado esa afirmación, y es la que nos ofrecen. Ahora bien, ya sabemos también que existen los terraplanistas, tesis doctorales incluidas, pero que no tienen el apoyo mayoritario del resto de especialistas. Es decir, no necesitamos tanto 'tolosa'. O sea que, si a usted no le han llamado para ninguna comisión técnica de seguimiento del coronavirus, ¡cállese! No queremos su opinión científica ahora.
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