Hotel Mallorca
Furgón de cola ·
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Furgón de cola ·
La Justicia anula el confinamiento general de los jóvenes peninsularesUna jueza ha acudido en auxilio de los jóvenes confinados en ese hotel de Mallorca que a las mañanas parecía el Hotel Ruanda, por el dramatismo y los llamamientos a la ayuda internacional desde los balcones, y a las noches parecía más bien el Hotel ... California, por las fiestas, el alcohol, la música y las fugas. Lo que ha dictaminado la jueza es que no se puede retener en el hotel a los jóvenes que hayan dado negativo en el test de covid, por más que pertenezcan a la categoría general de estudiantes peninsulares llegados a la isla para desfasar en el viaje de fin de curso.
El argumento central parece de peso: la potencialidad no basta para limitarle a un ciudadano un derecho fundamental. Y se diría que la jueza le recuerda al Govern balear que el archipiélago no es Corea del Norte y que el estado de alarma no está ya vigente en España. También que actuar sobre los estudiantes que han podido estar en contacto con otros jóvenes infectados, pero no hacerlo, por ejemplo, sobre los trabajadores de hoteles y locales de ocio que han estado en contacto con unos y con otros suena bastante insostenible.
Lo bueno de todo esto es que al menos los jóvenes confinados han tenido un acercamiento a la cultura clásica y ahora saben decir «habeas corpus». Con eso y con «Jägermeister» pues ya tienen su poquito de latín y su poquito de protogermánico. Fuera de ahí, todo en Mallorca ha salido peor que mal. Y el Govern balear debería explicar qué pensaba que ocurriría si llegaban a las islas hordas de adolescentes liberados de la tutela paterna para celebrar el fin de la esclavitud escolar y el comienzo del verano. Dicho de otro modo: ¿cómo diablos podía salir bien?
Del mismo modo, lo sucedido puede entenderse como un capítulo piloto y debería servir al menos para reaccionar y prepararse. Hay lugares en los que el turismo es relajado, familiar, tranquilo, venerable. Y hay lugares en los que el turismo es exactamente lo contrario. Ayer mismo Reino Unido incluyó a Baleares en su famosa lista verde y comenzaron a aterrizar aviones llenos de turistas británicos en el aeropuerto de Palma. Seguro que vienen todos a pasear y disfrutar de la gastronomía, a deleitarse con el paisaje, pintar acuarelas y frecuentar los pequeños museos. Los que van a Ibiza, por ejemplo. Sobre todo esos.
MADRID
Tras pasarse la carrera política denunciando el chiringuito ajeno, a Toni Cantó le ha puesto Ayuso una oficina propia. No es una consejería, y eso es humillante, pero Cantó, al ser actor, sabe que el éxito tiene que ver con la regularidad en el cobro. Así que ponme un sueldo y quédate con el Oscar o la portavocía. La oficina que le ponen a Cantó es del español, del idioma. Y su existencia se justifica porque Madrid quiere ser la capital europea del español, imagino que antes de que se adelante Innsbruck o Timisoara. Que lo de promover el idioma y fomentar las culturas hispánicas ya lo haga el Instituto Cervantes -con sede central en Madrid y Alcalá de Henares, o sea doblemente en Madrid- no parece importarle al Gobierno de Madrid, que perfecciona el populismo y sabe que no hay cornucopia nacionalista como la del idioma. Menos mal que la capital mundial del español digo yo que será nomás Ciudad de México, con sus veintidós millones de habitantes pensando todos, benditos sean, en otra cosa.
CONGRESO
Que los presos del 'procés' podían aceptar los indultos perdonando ellos al Gobierno comenzó a intuirse con la carta aquella de Junqueras. Aun así, parecía demasiado bonito. Pero qué va. Nunca lo es. Ayer lo confirmó Gabriel Rufián en sede parlamentaria. «¿Quién perdona a quién?», le preguntó el portavoz de Esquerra al presidente del Gobierno. Antes Rufián había desactivado por el método peor, el vacilón, el anuncio solemne de Pedro Sánchez de que no habrá referéndum en Cataluña. «También dijo que nunca habría indultos», dejó caer Rufián. Quizás ahí el presidente se dio cuenta de que sus socios son tozudos e inamovibles de un modo que no evita lo burlón. Tampoco Aitor Esteban, que ayer hizo uno de esos diagnósticos suyos sobre el estado de la nación. «Controlan ideológicamente a los tribunales, incluido el de Cuentas», denunció el portavoz del PNV. Y al instante uno respiraba tranquilo por el lado de la ejemplaridad al recordar que, por suerte, el Tribunal de Cuentas del País Vasco lo preside alguien a quien no hay modo de relacionar con la ideología que gobierna el País Vasco: José Luis Bilbao, doce años, doce, diputado general de Bizkaia.
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