Hipótesis catalanas

Puede parecer un disparate, pero ya se sabe que toda tecnología muy avanzada es indistinguible de la magia. Y en Cataluña se maneja tecnología política puntera, la que ya ha triunfado en Gran Bretaña y Estados Unidos con resultados óptimos y catastróficos. Que el festival del 'fake' vaya ya integrándose en nuestras vidas explica que aceptemos tan bien que se nos diga que los catalanes manifiestan su deseo de que los presida Aragonès votando a Illa mientras Esquerra rehúye los vetos vetando por antagónico al partido al que sostiene en Madrid. ¿Puigdemont? Encerrado en su laboratorio en Waterloo creando inesperadas jugadas maestras mientras aprovecha la energía de la tormenta y los restos de la posconvergencia. Sus carcajadas despiertan a medianoche a los niños belgas.

Ponerse a hacer previsiones mientras regresas a la velocidad de la luz a la dimensión falaz es un ejercicio de voluntarismo con frecuencia desesperado. Y desesperante. Recuerden además que la composición de la Generalitat influirá en la estabilidad de Moncloa, que Junts solo puede ser un socio traicionero o un enemigo letal, que Pablo Iglesias tiene buenas bazas que jugar o que la CUP no defrauda. Resumiendo: en Cataluña puede terminar gobernando cualquier combinación asombrosa de partidos. O puede que haya nuevas elecciones. Aunque para mí lo más probable es que termine interviniendo Rusia. Mientras estalla al fin la guerra carlista en el interior gerundense.

El tribunal del 'Caso Máster' no ha encontrado pruebas de que Cristina Cifuentes indujese la falsificación del acta de su famoso TFM. Que lo de Cifuentes en aquel máster «plagado de graves irregularidades» fue «en extremo inexplicable» sí se anota en la sentencia. Pero lo que se juzgaba era la falsificación de un documento oficial y eso se lo comen una profesora del curso y una asesora de la Consejería de Educación. La conclusión para cualquier subordinado es clara: no le cojas el teléfono a tu jefe el día que su nombre aparece en los papeles por un asunto turbio. La conclusión para los demás, para la sociedad, debería ser aun más apremiante: poco importa la honestidad de un político comparada con la de una universidad pública. Pero no. El rector de la Rey Juan Carlos dijo ayer que todo fue «un hecho aislado» y que se presenta a la reelección. El consejero de Educación de Cifuentes se presenta también. Para rector.

Que el PP señalaría a Bárcenas y la Fiscalía como clave de su desastre catalán era previsible. Lo que nadie esperaba es que Inés Arrimadas (treinta escaños menos) hiciese lo propio con Albert Rivera. Y es demasiado cruel. Rivera ya fue culpable de la pérdida de cuarenta y siete diputados en las Generales de noviembre de 2019. Yo creo que después de eso no se puede ser culpable de más cosas. A menos, claro, de que Rivera pase de facto a formar parte del zoo del eximente, junto al chivo expiatorio, los perros de paja y el toro que mató a Manolete.