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No alcanzo a comprender bien el mecanismo de adquisición de los productos audiovisuales por parte de las cadenas de televisión, ni tampoco a sus artífices o las motivaciones que los impulsan. Entiendo que los grandes emporios audiovisuales arriesguen su cuenta de resultados por los géneros ... más anhelados (fútbol, series de estreno, 'realities', películas...) y lo sufraguen con millonadas indecentes de dinero. Por eso se hacen con ellas. Y también comprendo que entidades como las cadenas públicas, que han de rendir cuentas a los ciudadanos por sus inversiones, no pueden competir con determinadas cifras para hacerse con la emisión de los últimos estrenos o los mejores partidos. Hasta ahí, claridad meridiana.
Pero de no disponer de los últimos estrenos a financiar las más absurdas mediocridades que alumbra el cine centroeuropeo va un trecho largo. Y no me sirve como argumento la obligación que Europa impone a las televisiones del continente para que dediquen la mitad de sus contenidos a producciones con sello europeo. Es más que sonrojante que RTVE apueste por telefilmes alemanes u holandeses de dudosa calidad para hacer bulto en la parrilla la sobremesa de los fines de semana.
Los amoríos de (pongamos por caso) Hermann, Karl, Greta o Frieda son, además de intrascendentes, aburridos. Y diría más, ofensivos para la inteligencia del televidente medio. Porque no se entienden determinadas políticas de programación dado el abultado número de jóvenes creadores españoles que no encuentran un escaparate digno para sus ideas y que se cortarían una pierna por una oportunidad real. Si además entra en juego en esta balanza el fantástico archivo del ente público, aún tiene menos cabida en el raciocinio esta aventura por emitir tantos filmes de dudoso gusto y peor calidad.
Estoy convencida de que los espectadores agradecerían revisitar algunos clásicos del cine europeo y nacional antes que asistir a los rancios estrenos de telefilmes de segunda. Porque si esta es la única solución que hallan para reducir el gigantesco déficit de RTVE, mejor que dejen sitio a otros. Pero no a Hermann.
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