

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
«Grandes vidas, grandes problemas. Pequeñas vidas, pequeños problemas», me dijo una vez Diandra, la exmujer de Michael Douglas. Se refería a la terrible situación ... de su hijo Cameron, que por entonces cumplía condena por un delito de narcotráfico. Tal vez Diandra se arrepentía de haberse casado con una estrella de Hollywood y haber llevado una vida rutilante y a la vez llena de sobresaltos. Por supuesto, el dicho no es del todo cierto. Hay muchas vidas pequeñas de gente anónima que tiene enormes problemas. Pero sí es verdad que las biografías de la gente ilustre están llenas de zonas de sombra y suele haber en ellas tanto sufrimiento como alegría. Porque en todas partes cuecen habas.
Lo que pasa es que el cuché (y ahora las redes) han hecho mucho daño. Nos venden existencias satinadas e idílicas. Gente de sonrisa indesmayable nos abre las puertas de su lujosa mansión y nos presenta a su perfecta y fotogénica familia o sube a su cuenta de Instagram instantáneas de sus momentos felices. Y entretanto la tristeza, igual que Drácula, carece de reflejo en ese espejo selectivo y deformante que son las redes sociales. Cada vez que paseo la mirada por uno de esos palacios me pregunto qué esconderá la trastienda... Igual que tras muchos años entrevistando a celebridades he concluido que algunos (los especialmente pletóricos) suelen hablar más desde el deseo que desde la realidad, desde lo que les gustaría que fuera su vida y no desde lo que realmente es.
«Debería haber más hombres como Carlos», me dijo una vez Esther Doña, empeñada en describir al marqués de Griñón como el príncipe azul de los cuentos. Ahora sabemos que Griñón también es gruñón y que pasó una noche en el calabozo tras protagonizar una monumental bronca con su señora. Pero vivimos una época de notable exhibicionismo sentimental en la que, como el filme de Woody Allen, 'Todos dicen I love you' todo el rato... Por eso me encanta ver cómo en el programa 'Cena con mamá' las madres controlan sus emociones ante la cámara mucho mejor que sus hijos. Mientras ellos se deshacen en lacrimógenos 'tequieros', ellas suelen mantener una cautela de las de antes, de cuando lo bueno, por pudor, no se pregonaba tanto.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Pastillas, cadáveres en habitaciones distintas... la extraña muerte de Gene Hackman y su mujer
Oskar Belategui | Mercedes Gallego
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.