Voy a tratar de valorar hasta qué punto el acuerdo programático entre el PSOE y Unidas-Podemos recoge algunos de los elementos esenciales que Wolfgang Merkel y Alexander Petring establecieron como elementales para que un partido socialdemócrata europeo pudiera recomponerse de la crisis ideológica, casi ... identitaria, y -lo que es más importante- pudiera gobernar salvaguardando los principios progresistas y redistributivos del Estado de Bienestar. Según Merkel y Petring, hay tres maneras diferentes de afrontar la crisis por parte de los partidos socialdemócratas. Estas tres distintas estrategias tienen que ver con cómo se abordan las políticas de empleo, las políticas fiscales y las políticas sociales y si, en su diseño e implementación, estos partidos han mantenido sus principios o han vendido su alma. En suma, cómo afrontar el desempleo, qué hacer con los impuestos y cómo responder a las necesidades de colectivos y personas más vulnerables se convierten en las tres herramientas que un partido socialdemócrata puede utilizar para poder reinventarse sin poner en riesgo sus principios y para garantizar la viabilidad del Estado de Bienestar. Las decisiones en torno a estos tres tipos de políticas públicas son las que habrían determinado el éxito o fracaso de las formaciones socialdemócratas europeas en la década de los 90.
Los autores alemanes establecen una tipología. Socialdemocracias tradicionales serían aquellas que no modifican ni objetivos ni instrumentos y permanecen estancadas. Socialdemocracias liberales serían la de partidos cuyas políticas de gobierno se habrían adaptado a las nuevas circunstancias pero, con ello, también habría habido un cambio en los objetivos y en el reordenamiento de las prioridades. Y, por último, figuran las socialdemocracias modernizadas, en las que habría habido una adaptación de los instrumentos, pero un mantenimiento de los objetivos, definidos estos como justicia social, seguridad social, pleno empleo, equidad generacional y de género. Los autores consideran este tercer tipo como el más viable.
En esta situación se encontrarían las socialdemocracias escandinavas, que serían las más exitosas por haber adaptado sus políticas sin traicionar sus principios. Por 'adaptar' las políticas se refieren, básicamente, a una mayor flexibilidad laboral acompañada de seguridad: la flexiseguridad, definida como entornos seguros en situaciones de vulnerabilidad, por ejemplo; aquellos que garantizan una cobertura por desempleo y una formación y acompañamiento hasta la nueva empleabilidad. Ahora bien, un modelo de flexiseguridad necesita de una cultura política muy concreta y fundamentada en la confianza. Se hace imperativa la confianza en las instituciones encargadas de gestionar nuestros impuestos, puesto que no se prevé su reducción, así como la confianza en los criterios que operan en los marcos de la negociación colectiva. Se hace imperativo el convencimiento de que el modelo redistributivo de los recursos es legítimo y no supone una contraprestación equivalente a la realizada vía impuestos, sino aquella que satisfaga mis necesidades en función de mis recursos y que vele por quienes carecen de estos. No es vano hablar de preservar los principios, como tampoco lo es recordar la importancia de la cultura política y de la confianza mutua en la construcción de modelos de bienestar social.
El acuerdo entre el PSOE y Unidas-Podemos se acerca más al modelo que Merkel y Petring denominaron socialdemocracias modernizadas, puesto que fiscalmente se mantiene la presión impositiva progresiva y se prevén diferentes inversiones en políticas sociales. Sin embargo, han pasado unos años desde que Merkel y Petring describieron estos tipos ideales de socialdemocracias europeas. Desde entonces, han cobrado gran significación y han entrado con fuerza en la agenda política reivindicaciones como las feministas y las ecologistas, por lo que un Gobierno -cualquier Gobierno- no debiera pasar por alto dar una respuesta política a estas cuestiones. El pacto programático recoge ambas y debemos mencionar que, al menos en Euskadi, según muestra nuestro decimotercer Deustobarómetro, muchas de las medidas políticas propuestas por el feminismo y por el ecologismo reciben un importante apoyo social.
Mi breve y conciso análisis me lleva a afirmar que el acuerdo programático de Gobierno, según la tipología de Merkel y Petring, es, sobre el papel, más propio de las socialdemocracias modernizadas, pero que atendiendo al contexto económico, a las estructuras de bienestar y a la cultura política existentes podría correr el riesgo de transformarse en socialdemocracia tradicional si finalmente no se atreviera a realizar algunos de los cambios propuestos o en socialdemocracia liberal si confiara demasiado en un mercado desregulado carente de un entorno público garante de seguridad.
Este análisis se queda corto si no es capaz de relacionar las propuestas con el contexto político y social que, en nuestro caso, está altamente condicionado por la situación en Catalunya y en cómo se aborda la cuestión territorial desde la política. Y me temo que va a ser el éxito o el fracaso en esta cuestión -y no tanto en las políticas sociales, de empleo o fiscales- las que determinen la duración del Gobierno que está a punto de conformarse. Esperemos que la política en mayúsculas sea capaz de atender a los problemas sociales que afectan a la ciudadanía y que no escenifique dramatizados acuerdos o desacuerdos en la cuestión territorial, para poder ir avanzando, aunque sea muy lentamente, en la resolución política y dialógica de los asuntos públicos.
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