La Mesa del Congreso desechó ayer el ardid socialista para sortear el más que previsible veto a los Presupuestos de Pedro Sánchez en el Senado. Se trata de una decisión de alcance. Dificulta la continuidad de la legislatura bajo presidencia socialista, ya que pospone la ... tramitación de las Cuentas de 2019. Y, al mismo tiempo, destaca la existencia de una confrontación implacable entre quienes votaron a favor de la moción de censura contra Rajoy y quienes, en el fondo, cuestionan la legitimidad de esa vía para llegar a La Moncloa. Retrata la extrema complejidad que supone un arco parlamentario fragmentado, que la política española no acaba de asimilar. Y demuestra hasta qué punto las conveniencias partidarias pueden forzar las cuadernas institucionales. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, insistió en que la decisión colegiada del órgano de gobierno de la Cámara respondía a criterios de legalidad. Un extremo que habría quedado más claro solo con que la Mesa se hubiese avenido a recabar el dictamen correspondiente a los servicios jurídicos. Llegados a este punto, sería de desear que la confrontación política y partidaria subyacente acabara sometiéndose a las decisiones que adopten las instituciones. Pero es de temer que el cuestionamiento de lo que resuelva un órgano de gobierno parlamentario e incluso jurisdiccional se prolongue eternamente. Destacados dirigentes del PSOE y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, apelaron ayer a la existencia de una mayoría parlamentaria y social que sería violentada por la decisión de la Mesa del Congreso contra el atajo procedimental socialista. Pero no hay constancia de un compromiso parlamentario mayoritario en torno a una determinada propuesta presupuestaria en tanto que ésta continúa pendiente de una negociación de resultados inciertos. Más allá de la diatriba sobre la legalidad de uno u otro procedimiento en cuanto a la tramitación de las Cuentas, destaca la inexistencia de un proyecto presupuestario coherente y viable. Proyecto que pudiera reclamar un cauce expedito para sus postulados tanto por ser alternativos a la inercia heredada de las vigentes Cuentas de Rajoy como por contar con la anuencia de una mayoría parlamentaria abrumadora. La liza procedimental sobre la tramitación de los Presupuestos refleja la tensión entre el deseo de continuidad del Gobierno Sánchez y los requerimientos para que se someta a nuevas elecciones.
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