Gente dentro

Quizá les tranquilice saber que las cosas están incluso peor en Badalona, donde al parecer no solo puedes encontrarte de pronto con unos extraños dentro de tu piso, sino también con Xavier García Albiol, que está intentando echarlos personalmente. El exalcalde ha publicitado esta semana una desocupación que ha llevado él a cabo «en coordinación» con los vecinos. Hay que recordar que Albiol mide dos metros. También que ha encontrado en el fenómeno de la ocupación lo que Marx encontró en el de la plusvalía: la clave del asunto. Esto nos lleva a esas empresas especializadas en combatir el delito de allanamiento mientras dan la sensación de poder cometer el resto de los delitos existentes con una especialización similar. Ya se ve qué todo es un poco incomprensible. Explican los que saben que los pisos ya no se allanan por necesidad sino por negocio, para realquilarlos a gente que puede que ni sepa que está siendo partícipe de un delito. Seguimos a la espera de alguna reforma legal que combine las máximas garantías con la mínima sensatez. Lo que es increíble y origina turbamultas indignadas es que alguien se meta en una casa que es evidente que no es la suya y no se le pueda sacar al instante, como medida primera antes de hablar de lo demás.

Biden visitará Moncloa durante la cumbre de la OTAN. Será un «encuentro bilateral», lo que significa que Pedro Sánchez no abordará al líder del mundo libre unilateralmente en un pasillo. Costando la cumbre cincuenta millones y el sainete ministerial que se prevé, Biden debería incluso abrazar al presidente y llamarlo «líder visionario», como Bush a Aznar. Cierto que también lo llamaba «Ánsar», que si al menos lo acentúas al revés no remite a un pato, sino a un dios mesopotámico. En cualquier caso, ¿no es demasiada la reverencia que se les muestra a los presidentes americanos? Convendría un poco más de calma. Y cierto desdén. Es que creo que lo detectan y nos timan con los obsequios. En 2016 Rajoy le regaló a Obama un jamón que daría gloria verlo. Y Obama le entregó a cambio una caja de 'emanems' con el escudo presidencial. Para sacarlo a patadas de Moncloa. Hubo menos engaño en la venta aquella de Florida.

Dice Otegi que los jóvenes de GKS tienen que ver con la izquierda abertzale lo mismo que con el PNV o con el PSOE. Eso explica por qué guardaban sus cosas en el típico gaztetxe con pancarta de amnistía de la Parte Vieja de Donosti en el que todos en este país sabemos que se meten en cuanto pueden los jóvenes de EGI y las Juventudes Socialistas. Otegi llama a los jóvenes en cuestión «sectarios». Y denuncia una mano negra. Por ayudar, yo no sé si la mano es negra, pero desde luego es poética, muy poética. A ver si va a ser Amanda Gorman.