Futuro diverso

De cada diez vascos que vienen al mundo, tres son ya hijos de una madre que proviene a su vez de otro lugar del mundo. Que esos niños son tan vascos como cualquiera lo defiende un 85% de la ciudadanía, según un estudio publicado por Ikuspegi hace cinco años. Otra cosa es que el país tenga claro cómo organizar su futuro envejecido y diverso. No parece que se esté haciendo bien si pensamos en el modo en que se acumulan los niños de origen extranjero en escuelas públicas, en algunas más que en otras, mientras se permite que los colegios concertados aborden lo de la integración y la diversidad en el plano teórico cuando llega la hora del debate edificante. Un informe del Consejo Escolar determina que el número de alumnos de origen extranjero ha crecido un 10% en los últimos tres años y que los colegios públicos escolarizan al triple que la red concertada. La segregación es insostenible por una razón simple: todos los colegios que reciben financiación pública deben atenerse al interés público. No puede haber colegios transformados en guetos si uno de los cimientos del sistema es la igualdad de oportunidades.

Que la distribución equilibrada de alumnos no sea sencilla no quiere decir que no sea imprescindible. El hecho de que haya niños de orígenes diversos en clases que funcionan beneficia también al resto de niños, a los que tienen el origen previsto. De la convivencia extraerán lecciones importantes para sus vidas y también para el futuro de una sociedad que será diversa o no se sabe qué será.

Ayer Isabel Díaz Ayuso aseguró que en España estamos peor que en Perú, país en el que tras un intento de autogolpe hay muertos en la calle. Pablo Iglesias reveló a continuación que Ayuso quiere dar un golpe de Estado, ya que con el golpismo pasa al parecer como con los insultos infantiles: el que lo dice lo es. A mí esto me preocupa. Lo menos que le pides a un golpe de Estado es saber quién lo está dando. Y en este país desorganizado parece hacerlo todo el mundo a la vez. Se cumple un año desde que Odón Elorza gritó en el Congreso que allí no había etarras sino una derecha de vocación golpista, un año y nueve meses desde que Vox notó al Gobierno dando un golpe a cámara lenta, dos años y dos meses desde que Alberto Garzón acusó al Rey de maniobrar contra el Gobierno incumpliendo la Constitución, cuatro años desde que Casado le dijo a Sánchez que era participe del golpe de Estado que se estaba dando en España.

Un chico de veintitrés años colgando de una grúa al amanecer. Es la respuesta del régimen de Irán a las esperanzas de hace unos días, cuando el país anunció la disolución de la llamada Policía de la Moral. No lo entendimos. Se trataba de cambiar a los policías por verdugos. Es el cuello lo que se juegan quienes, tras la muerte de Mahsa Amini, plantan cara a los ayatolás. Hace unos días fue ejecutado otro opositor y doce más han sido condenados a muerte. Mientras por aquí nos vamos cansando de mirar. Aunque hay quien no ha mirado nunca.