Frente al volcán
Furgón de cola ·
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Furgón de cola ·
Además de ceniza, lava y gases, la erupción de un volcán genera charcos políticosSabemos por la muerte de Plinio que si un volcán entra en erupción no hay que ir corriendo hacia él. Aunque, al responder bajo la lluvia de ceniza y piedras a los gritos de quien quiere darse la vuelta, te salga la frase para la ... historia: «La fortuna ayuda a los valientes». Daisy Dunn concreta en un libro reciente que en aquel momento caían sobre la bahía de Nápoles cuarenta mil metros cúbicos de piedra pómez por segundo. Y Plinio dijo que al Vesubio. Buscaba información directa, ahora lo sabemos, como si fuese un reportero de la televisión canaria.
Cuando un volcán entra en erupción tampoco conviene ir corriendo a pisar un charco. ¿De lava? No, de los que alfombran el espacio público: puro fiasco diluido. Ayer, con el fuego arrasando casas y cultivos en Cumbre Vieja, la ministra de Turismo dijo que ese «espectáculo maravilloso» será un reclamo turístico. Cierto que la idea general tenía algún sentido (los lugares volcánicos tienen su encanto) y que antes la ministra había dejado claro que la seguridad de la gente era lo primero. Incluso había soltado que «la Isla Bonita» está en su corazón. «Your spanish lullaby», contesté yo a eso, canturreando. Lo bien que vio Madonna en aquella canción cómo en el Caribe todas las mujeres visten de flamencas mientras se interpreta con castañuelas la música del lugar: la samba.
La erupción en la isla de La Palma nos sitúa como país ante un abismo novedoso. ¿Qué hacer con un volcán? En primer lugar, todo lo posible para que los daños sean solo materiales. En segundo, recordar que no parece raro que en una isla volcánica los volcanes causen problemas. Lo tercero, evitar el ridículo de poner a pelear la ideología contra la geología. Y, por último, disimular la fascinación. Porque será un espectáculo pero hay gente que se queda sin casa. Como poco. Que un ministro no lo vea es alarmante. Pero deberíamos disimular todos. También los vulcanólogos, que están exultantes los tíos. A ellos se les perdona más, claro: toda la vida con el asunto y de repente… Así es el ser humano. El día en que se abran los cielos, suenen extrañas trompetas y bajen los ángeles vengadores, habrá un experto en Escatología y Apologética que entre corriendo en la Facultad de Teología y les diga emocionadísimo a los colegas que tiene dos noticias: una muy buena y otra muy mala.
MADRID
Insisten los psiquiatras en que el porcentaje de enfermos de esquizofrenia que muestran conductas violentas es tan bajo como pueda serlo el porcentaje de personas violentas entre la población general. Dentro de esa minoría de casos, la violencia es además en la mayoría de las ocasiones endonuclear, o sea, se dirige contra familiares y cuidadores. De ese modo, el esquizofrénico que ataca a personas al azar sumido en un delirio psicótico sería un tópico de la crónica negra y una rareza estadística. Lo increíble es que la improbabilidad se encarne de un modo tan tozudo en la doctora Noelia de Mingo, la mujer que en 2003 mató con un cuchillo a tres personas en la Fundación Jiménez Díaz y fue detenida ayer, tras acuchillar a dos personas en el municipio madrileño de El Molar, donde residía. Llevaba cuatro años en tercer grado, bajo custodia familiar, al entender el juez a partir de los informes psiquiátricos que no constituía «un peligro para los demás ni para sí misma». Ayer, sin embargo, fue el puro peligro andante.
BOTELLÓN
A poco que insistan con el botellón, los jóvenes del momento igual consiguen lo que no consiguieron sus mayores: poner en jaque al sistema. Ellos no se darán cuenta porque están con el trap muy alto, pero el botellón está pillando a la política vasca a contrapié: sin saber qué hacer con los guardias ni con las excusas, aferrándose fuerte al escándalo. Recuerden la polémica entre Urkullu y Otegi. Casi hay que recurrir a la Escuela de Frankfurt para entender los litros de Donosti. Ahora, tras un botellón de aúpa en Bilbao, el consejero de Educación dice que los valores de los bambinos no son solo cosa de la escuela, sino también de la familia. Pues habrá que aclararse. Porque la escuela lleva décadas volcada en los valores, anteponiendo la doctrinilla al conocimiento. Cómo olvidar a la profesora elegida como la mejor de España en uno de esos premios repulsivos explicando que uno de sus alumnos es el «doctor corazón» y les revisa a los demás las emociones. Los jóvenes estarán bebiendo para olvidar cosas así. Lo hacen, por cierto, como lo hicieron sus hermanos, sus padres y sus tíos. Mientras los adultos piden las sales y se llevan las manos a los valores.
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