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En las últimas elecciones generales, el PNV quedó cerca de los 400.000 votos en Euskadi y el PSE superó los 250.000 apoyos. Los dos partidos que gobiernan juntos las principales instituciones vascas tuvieron el respaldo de la mayoría de los ciudadanos que fueron ... a votar el 28 de abril. Si las elecciones generales estuvieran contaminadas por la política autonómica, foral y local, este resultado representaría una aprobación de la gestión que los dos partidos desarrollan en el territorio. Si el marco de las generales fuera el que tiene mayor fuerza explicativa, se puede interpretar que los dos partidos lograron movilizar a sus electores con la misma estrategia de frenar a la derecha centralista, el eje principal que articuló la competición política en las últimas elecciones. Precisamente, fue posible esta competición exitosa entre el socio grande y el socio pequeño de la coalición porque los dos partidos se dedicaron a buscar a sus propios votantes en espacios bien diferenciados. No se quitaron votos entre sí, como suele pasar en las elecciones generales y sí que movilizaron a los suyos y mordieron en la bolsa gigante de los electores de Podemos de 2016.
Las elecciones forales y locales serán diferentes. Ya no tienen un enemigo común a batir. No hay que frenar a la derecha. Ese peligro no existe en ninguna institución vasca. El PSE necesita mejorar sus resultados a costa de su socio de coalición si aspira a mejorar sus resultados de 2015 e incrementar su capacidad de influencia y de poder en las administraciones territoriales. En los países donde hay tradición de gobiernos de coalición, incluido Euskadi, es un síntoma de normalidad democrática que los socios confronten sus programas cuando llegan las elecciones. Lo que varía es el tema donde se pone el énfasis para diferenciarse de la pareja estable y si con ello persiguen conseguir el apoyo de los votantes de su socio. No es normal que socios de coalición se acusen de corrupción, clientelismo o de ineficacia porque son temas donde el agujero que haces a tu pareja acaba en la bolsa de otros partidos que no han compartido responsabilidad de gobierno.
Los primeros días de precampaña están mostrando el campo de batalla que está dispuesto a dar el PSE contra el PNV y por ahora empiezan a asomar tres flancos. Uno, llamar la atención sobre el conservadurismo y la tendencia a la defensa del 'statu quo' del PNV que impide avanzar más rápido y llegar más lejos manteniendo la misma dirección. Otro, más relacionado con el ámbito territorial vizcaíno, se posiciona contra el carácter megalómano del PNV como impulsor de un desarrollo poco sostenible basado en eventos puntuales y mediáticos con la intención de anestesiar a los ciudadanos. Por último, desde el socialismo guipuzcoano se carga contra la agenda identitaria del PNV, alejada de los principales problemas de los ciudadanos. Habrá que estar pendiente de cómo evoluciona la campaña y si las críticas siguen conviviendo con naturalidad con la priorización del pacto con el PNV una vez que pasen las elecciones.
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