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Ya saben. Si nada se tuerce, Franco será exhumado del Valle de los Caídos antes del día 25. Con ello España dejará de ser, al fin, el único país de nuestro entorno democrático con una tumba de Estado dedicada a un dictador.
Pedro Sánchez se ... apuntará, y merecidamente, un tanto político. Tanto al que sus predecesores en el cargo, conservadores y socialistas, renunciaron por razones diversas. De Felipe González a José María Aznar, pasando por Rodríguez Zapatero o Rajoy. No creo que las circunstancias en que gobernaron Adolfo Suárez y Calvo Sotelo fueran las más idóneas para terminar con el mausoleo al dictador, como certificó el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
En las últimas horas ha vuelto a oírse a las dos formaciones de centroderecha, al PP y a Ciudadanos, acusar de electoralismo a Sánchez y establecer estrambóticas comparaciones. ¿Por qué? Es cierto que ambos grupos se abstuvieron cuando el asunto se votó en el Congreso, pero a muchos ciudadanos nos resulta incomprensible que no apoyen explícitamente acabar con el único monumento de Estado a un dictador existente en nuestra vieja Europa. Aunque pudiera costarles algún voto en favor de sus socios de la derecha extrema agrupada en Vox.
¿La oportuna actuación del Gobierno socialista reportará algún rédito electoral a Sánchez? Es posible, aunque en número no demasiado significativo. Y es que la reacción a la sentencia contra los líderes del fallido 'procés' catalán, que se conocerá mañana, centrará el debate político en los próximos meses.
El presidente en funciones prometía esta misma semana acelerar los plazos tras los comicios del 10-N para que tengamos nuevo Gobierno en diciembre. Loable actitud si no fuera porque él es quien ha buscado con más ahínco que tengamos que volver a votar. Y porque o las encuestas se equivocan o los números no se lo van a poner fácil, de nuevo.
Los sondeos dicen que el PSOE no va a obtener un número de escaños sustancialmente mayor de los 123 que logró en abril, objetivo del empecinamiento de Sánchez en ir a nuevas elecciones. Y Más País, la oferta electoral de Errejón, cuya irrupción saludó Sánchez sin recato, tampoco está tan claro que vaya a nutrirse casi exclusivamente de votos de Unidas Podemos y de abstencionistas. El mordisco al PSOE amenaza con ser notable en algunas circunscripciones. Tal vez ello explique por qué la plataforma errejonista ha desaparecido del discurso socialista y de sus adláteres mediáticos.
Si el desenlace del 10-N va por estos derroteros, ¿intentará Sánchez un pacto de izquierdas, lo que le obligará a formar un Gobierno de coalición, porque esa volverá ser la demanda de Iglesias, del todo legítima, guste poco, mucho o nada? ¿O está pensando en reclamar al PP un voto gratuito de investidura como el que el actual líder del PSOE, por entonces 'míster no es no', negó hasta el final a Rajoy, y que su partido otorgó tras su marcha?
Los rumores apuntan en esta última dirección. Sería, sin duda, una salida ante una nueva eventual situación de bloqueo. Pero no la mejor salida para el país. Con el previsible incendio catalán y una clara desaceleración económica en el horizonte España necesita, sí o sí, acuerdos entre los partidos y un Ejecutivo fuerte. No más tacticismos cortoplacistas.
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