Financiar una economía deficitaria
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La teoría de emitir dinero sin límite está ganando adeptos pese a que las hiperinflaciones históricas la invalidanNadie pone en duda que el estado del bienestar representa una conquista impagable. Pero impagable es asimismo el costo actual de su mantenimiento. Lo mismo que sucede con el sistema de pensiones contributivas, insolvente desde cualquier ángulo que se mire. Por no hablar de la ... transición ecológica que exige ineludiblemente billones de euros en inversiones verdes si no queremos dejar a nuestra descendencia un planeta desertizado e inhabitable. Y qué decir del desempleo estructural y de las rentas básicas. Grandes problemas asociados en su alivio a unos costes de financiación desmesurados.
Como consecuencia de la última gran crisis surgida en 2008 las políticas fiscales en los países afectados -casi todos los del planeta- han acometido programas de gasto que han conducido a déficits públicos llamativos y abultados endeudamientos del sector público. Los bancos centrales de occidente han venido desarrollando complementariamente durante la última década una política monetaria ultraexpansiva de tipos de interés negativos y de compra de activos financieros al objeto de abaratar hasta el límite el endeudamiento abordado por los Tesoros públicos. Pero todo esto resulta insuficiente para paliar las graves necesidades enumeradas.
Así que algunos osan dar un paso más. Son los defensores de la Teoría Monetaria Moderna (TMM o 'Modern Monetary Theory'). La idea clave de la TMM es que un gobierno que controla la emisión de su moneda no puede ir a la quiebra porque siempre puede emitir dinero para pagar a sus acreedores. Si es así, podrá acometer cuantos gastos desee. En un sistema monetario como el actual, el dinero es 'una criatura del Estado' y todo el dinero es creado por el gobierno que lo imprime y lo pone en circulación. En otras palabras: un Estado con capacidad de crear su propia moneda puede autofinanciarse incluso sin recurrir a impuestos ni emitir deuda ni solicitar crédito alguno.
La TMM está despertando un creciente interés entre economistas y políticos por todo el mundo. En Estados Unidos su abanderada es la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez. En España, los hermanos Garzón han incorporado la TMM a la política nacional con una singular derivada: los ricos y las clases medias no tienen por qué preocuparse, debido a que el modelo es compatible con una contención de los impuestos. Todo es cuestión de que el Banco Central Europeo le dé más a la maquinilla. No se necesita captar impuestos de los ricos para dárselo a los pobres, simplemente se precisa gastar más en los pobres para proporcionarles un puesto de trabajo. Y así para financiar otros temas igualmente apremiantes como las pensiones o la transición ecológica.
Lamentablemente, las políticas de acuñación de los bancos centrales suelen ser relativamente conservadoras. ¿Cuál es la razón de este conservadurismo? La primera es la pérdida de valor de una moneda cuando se separa del valor de la producción real del país que representa. En último extremo la inflación. La TMM olvida la función del dinero como depósito de valor y lo circunscribe al de mero medio de pago. El valor de una moneda no proviene del dictado de la ley sino de su aceptación y del grado de demanda de sus tenedores. La prueba se halla en Zimbawe o Venezuela (por no citar la república de Weimar en 1916), que con políticas TMM han registrado hiperinflaciones clamorosas y han hundido sus economías. La tesis de que los gobiernos soberanos nunca son insolventes, y que no puedan quebrar, ha sido desbancada por la realidad.
La TMM flaquea en una economía abierta. Para la TMM las exportaciones son un coste mientras que las importaciones son un beneficio al tiempo que ignora el efecto de expulsión ('crowding out') de las inversiones privadas por parte de las públicas. Otras críticas se hallan en el 'riesgo moral' ('moral hazard') y en la desincentivación al ahorro en un escenario de liquidez ilimitada. La estatalización de la economía conlleva efectos perniciosos. Está en juego el sector bancario y el sistema de economía de mercado.
Obviamente, un tema tan complejo precisa de mucho estudio y mayor precisión. Queda recordar que además de los 'halcones' y de las 'palomas' del déficit existen las 'lechuzas'. Algún déficit en alguna circunstancia puede ser asumible, pero las hiperinflaciones históricas están ahí para recordar los estragos de una emisión descontrolada de dinero
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