Fase empática

Lo bueno es que igual en Lakua me escuchan. Una de las novedades fuertes que trae el plan Bizi Berri III es la empatía. ¿Qué es la empatía? Pues «una opción que echa mano de una energía renovable e inagotable y que es aliada de la sostenibilidad». Lo traduce el propio Gobierno vasco (asesorado por la Comisión Técnica del LABI): «las personas podemos contribuir a mejorar la situación con una pequeña aportación de empatía y amabilidad». Al tratarse de un documento técnico, de referencia, está todo muy pensado y Lakua apuntala el concepto novedoso citando a Kapuscinski. Parece que el polaco escribió que el ser humano responde de tres modos ante otro ser humano: la guerra, el muro o la amabilidad.

El análisis de Kapuscinski ya se ve que es finísimo y la buena noticia es que el Gobierno vasco apuesta por la amabilidad. Quizá sea por eso por lo que el lehendakari anunció ayer que el auto de reapertura de la hostelería no lo recurren y que desde el lunes vuelve a poderse uno desplazar a los municipios colindantes. Como el plan Bizi Berri III anota también que los medios debemos ser empáticos y que «la crítica más aguda puede ser amable», yo voy a decir que me parece todo muy bien. Fenomenal. Ah, pues funciona. La empatía. Hay como mejor rollo. Muy buena vibra.

Después de que Donald Trump alentase un asalto al Capitolio, Jill Biden decora el jardín de la Casa Blanca con unos corazones en los que se leen palabras terribles: amor, paz, esperanza... ¿Cuántos golpes así podrá soportar la democracia estadounidense? Joe Biden explica que a su mujer le chifla San Valentín. La Interpol lo que hace es alertar sobre fraudes en aplicaciones de citas. «Si hablan de dinero cuando os conocéis, no buscan amor», informaba ayer la Interpol, como si les hubiesen hecho daño. Quizá hoy el organismo internacional dé un paso más y denuncie que al principio todo sonrisas, pero luego vinieron las malas caras y las rarezas, más que un perro verde. Por suerte, España demuestra este año cómo celebrar San Valentín de un modo adulto: organizando en Cataluña unas elecciones que, acaben como acaben, tendrán de felices, armoniosas y románticas lo mismo que cualquier accidente múltiple de tráfico.

Aciertan Iglesias y Esteban: España es una democracia regulera. Si fuese una premium, no permitiría que sus ciudadanos malgastasen almacenaje neuronal en saber quiénes son Valtonyc o Pablo Hasel, dos raperos que no son muy fieros o asociales sino que son, sobre todo, muy malos; pero no malos de perversos: malos de defectuosos. Ambos tienen además la clase de personalidad a la que le viene fatal el foco. Urge aligerar el Código Penal por el lado de la libertad de expresión. Y después no hacer ni caso a quien ya tiene bastante con lo suyo.