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Desde la infancia a la edad adulta la idea que tenemos de los fantasmas cambia mucho. La mente del hablante, que diría un lingüista, pierde inocencia y gana capas de significado. Le hablas a un niño de los fantasmas del Windsor y piensa en las ... pelis de Casper. Cualquier adulto pudo ver algo turbio en las turbias imágenes captadas desde un edificio próximo, y como en todo asunto turbio de cierta magnitud de los últimos 20 (o 30) años, en el corazón del humo ya se va dibujando la figura del excomisario Villarejo. El inexplicable incendio, las figuras fantasmales en unas oficinas supuestamente vacías, la causa archivada con paranormal celeridad, todo fue raro, demasiado misterioso. Si fuese un relato de Conan Doyle podría titularse 'El misterio de la planta 21' (ahí se vieron luces, ahí estaban las figuras imposibles, ahí empezó el fuego una noche de febrero de 2005). Se habló, en cambio, de 'los fantasmas del Windsor'. Ahora sabemos que 1. En ese edificio estaban las oficinas de la consultora Deloitte; 2. El día antes del incendio, la fiscalía anticorrupción había pedido a la consultora unos papeles relacionados con el BBVA; 3. Los papeles se quemaron en el incendio; 4. El presidente del BBVA era (y lo ha sido hasta el año pasado) Francisco González, investigado por el caso FG Valores, que se archivó en julio de 2005 por haber prescrito cualquier posible responsabilidad criminal; 5. En los ya no tan secretos papeles del excomisario Villarejo consta una «acción final» para «eliminar rastros documentales de la firma de auditoría DEL» (el 'Proyecto FG'); 6. Francisco González es conocido como FG, lo mismo que la firma que vendió a Merrill Lynch en 1996; 7. El BBVA de Francisco González pagó a Villarejo, entre 2012 y 2017, unos cinco millones de euros. Lo dicho: de la infancia a la edad adulta los fantasmas cambian mucho.
La palabra evoluciona de lo literal a lo figurado, de lo mágico a lo tragicómico, de lo sobrenatural a la materia: rastros vaporizados, figuras que se concretan en vez de deshacerse, figuras que deshace el tiempo, imágenes de cosas y seres, muertos y muertes. Nuestro propio fantasma nos mira desde el pasado y en las causas judiciales siempre hay riesgo de que comparezca alguno, por lo mucho que duran los juicios y lo frágil que es la vida humana. Ha comenzado el juicio al 'procés', donde se habrá de dirimir si hubo rebelión o no la hubo, si hubo sedición o no hubo sedición. El escenario es digno de 'El fantasma de la Ópera' y 'El gran teatro del mundo' ha entrado por la puerta. En todo juicio se pone a prueba la Justicia, pero en este incluso se la juzga. Si no se presenta con toda claridad y justeza, podría quedar la impresión de que ha actuado como un vago fantasma de sí misma. Para tener bajo perpetua vigilancia a la dama esquiva se ha decidido que las cámaras estén presentes en todo momento.
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