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La huída a Suiza de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, en nada ayudó a evitar la cárcel a sus compañeros en el fallido ‘procés’. Reuters

Extravío independentista

Los encarcelamientos descabezan el secesionismo, incapaz de asegurar una mayoría de Gobierno

Domingo, 1 de abril 2018, 01:02

La prisión provisional dictada por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena contra Jordi Turull y otros cuatro dirigentes independentistas procesados por rebelión desbarata el propósito de Junts per Catalunya y ERC de convertir al exconsejero en presidente de la Generalitat. Apenas unas horas después ... de fracasar en la primera votación para su investidura, Turull quedó inhabilitado ayer para el ejercicio de cualquier cargo público. Por discutible que resulte la imputación del delito de rebelión a los procesados, en tanto que implicaría violencia en la vulneración de la legalidad, la adopción de medidas cautelares por riesgo de fuga y reiteración delictiva por parte del Supremo invalida el pleno del Parlamento previsto para hoy. La huída a Suiza de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, antes de comparecer ante el magistrado en nada ayudó a evitar la cárcel a sus compañeros en el fallido ‘procés’. La legislatura surgida de las elecciones del 21 de diciembre está abocada a agotarse antes de que se haga efectiva para dar paso a nuevos comicios, salvo que en el plazo de apenas 50 días sea investido alguien en condiciones de presidir la Generalitat con la solvencia parlamentaria requerida. El independentismo no puede atribuir en exclusiva su propio extravío a la actuación judicial cuando se muestra incapaz de asegurar siquiera una mayoría capaz de conformar un nuevo Gobierno autonómico. Cuando insiste en testimoniar la continuidad de su empeño y evita retractarse de las acciones que han sido calificadas de rebelión por la Fiscalía y el Supremo, al margen de que tal consideración sea jurídicamente cuestionable. El autoexilio de siete dirigentes y el encarcelamiento de otros nueve cabecillas del ‘procés’ descabezan el secesionismo y dejan más que en entredicho su entereza cuando cada uno de sus grupos de referencia parece moverse a su aire. Las manifestaciones de protesta por la resolución del juez son comprensibles emocionalmente, pero responden también a la frustración que deriva de la ineptitud política de una alianza que nunca ha llegado a serlo, de un movimiento que no ha cuajado como alternativa de gobierno. El independentismo no debería recurrir por más tiempo a imputar sus desdichas a la «represión del Estado» cuando es su obcecación por lo imposible la que, tratando de paliar su falta de unidad, ha ensayado para nada con tres candidatos a la Generalitat.

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