Europa y lo evidente

Atendiendo al orden jerárquico de nuestras altas esferas, las declaraciones de Urtaran y González aparecieron botando frente al lehendakari, que empujó lo evidente a gol asegurando que la situación es preocupante y que por tanto Pedro Sánchez debería hacer algo. «Nosotros tenemos competencias limitadas», explicó Urkullu, a punto de encogerse de hombros y transportándonos de golpe al viejo mundo del ping-pong pandémico. Con lo de la falta de competencias, se refería a las comunidades autónomas, lo que explica en términos competenciales que en Galicia y Cataluña se exija desde hace meses el pasaporte covid para acceder a los locales de ocio nocturno y puede que a los frontones el día de la final, si los hubiese.

En el caso de Galicia, la decisión fue además avalada por el Supremo, que dejó claro que la clave estaba en la proporcionalidad de la medida. Sin embargo, en Lakua prefieren evitar las decisiones que puedan no pasar el filtro del Tribunal Superior del País Vasco. ¿Andan flojos de letrados? No, más bien sucede que el Gobierno deja de respirar ejecutivamente porque interpreta como un fallo del sistema que el Judicial no le dé la razón. Mientras tanto, en Europa se les complican las cosas a los no vacunados. En Austria sin vacuna estás confinado, en Italia se exige el pasaporte covid también para ir a trabajar y en Alemania y Reino Unido comienza a imponerse la vacunación obligatoria a los sanitarios. A poco que el covid se comporte mientras pueda del único modo que le conocemos, algo de todo eso terminará llegando hasta aquí. La duda está en el tiempo y la energía que se le dedicará al ping-pong en la que será la enésima oportunidad para hacerlo algo mejor.

El presidente de la Conferencia Episcopal pidió ayer perdón «a Dios y a las víctimas y a la sociedad» por «la falta de fe y la corrupción dentro de la Iglesia». El preámbulo del perdón tuvo que ver con la creciente distancia entre la fe y la «cultura ambiental», algo que el cardenal Omella achacó también a los pastores y a su «falta de testimonio e incoherencias, divisiones y falta de pasión evangelizadora». Lo curioso es que antes el cardenal se había dado a sí mismo una instrucción: «hay que decirlo claro». Y lo increíble es que haya quien parezca encontrar en lo dicho alguna rotundidad en lo tocante a los abusos en la Iglesia. Ayer, el presidente de los obispos fue a ese respecto medidamente nebuloso. Y eso resulta siempre muy molesto. Como si los profesores de Ciencias lamentasen la falta de cultura matemática del país y se disculpasen por no haberles enseñado bien las fracciones a unos alumnos y por haber violado a otros.

La Comisión Europea cree que lo de los migrantes volando a Minsk para terminar siendo carne de presión en la frontera con Polonia está «bajo control». Los ministros de Exteriores de la UE acordaron ayer nuevas sanciones para quienes contribuyan al «ataque híbrido», también las compañías aéreas. Como la crisis llega al cielo, Lukashenko se ofrece a fletar aviones con migrantes que aterricen en Berlín. Preguntado por si responderá a las nuevas sanciones, el bielorruso responde lo que Cela cuando le ofrecían unas gachas: «Eso ni se discute».